Este fin de semana las calles de Berlín volvieron a teñirse con los colores del arco iris para celebrar Christopher Street Day (CSD), el festival y desfile con el que culmina el mes del orgullo LGBTQ+ en la ciudad. Bueno, “teñirse” es una manera de decir, porque si este año hubo algo que marcó una distancia (no social) con respecto a festejos anteriores fue su sobriedad y su tono intimista.
Lejos quedaron los recuerdos desenfocados de euforia mezclada con tecno intoxicante, los cientos de miles de almas que se pasean por las strasses y los papelitos colorinches que amanecen olvidados sobre las aceras la mañana siguiente. En el año de la pandemia, los protagonistas de la celebración fueron la mascarilla, la distancia social, pero por sobre todas las cosas un tono de lucha que unió a unas 3.500 personas y que este fin de semana marcharon hacia Alexanderplatz bajo el banner de la defensa de la igualdad de derechos de la comunidad LGBTQ+ y la solidaridad con el movimiento Black Lives Matter.
¿Pero por qué ‘Christopher Street Day’? O mejor dicho, ¿por qué ‘Christopher Street’?
El nombre hace referencia a una calle de Greenwich Village, en Nueva York, que quizás no conozcas. Pero probablemente hayas oído hablar de Stonewall, el bar gay ubicado en 51-53 Christopher Street y hoy considerado el protagonista de una serie de manifestaciones y choques con la policía que llevaría al nacimiento del movimiento por los derechos de la comunidad LGBTA+ alrededor del mundo.
“This is where it all began,” me dijo una vez una drag queen al entrar mientras mascaba chicle con la boca abierta. El lugar “en el que todo empezó.” Y tiene una mística especial, es verdad. Porque puede uno perderse cual turista entre los movimientos coreografiados de la pista de baile, la decoración kitsch y los performers de lengua afilada, pero es la solemnidad ubicua que emana de sus paredes de ladrillos, de esos recortes de diarios amarillentos, la que nos recuerda su historia.
Fue la noche del 28 de junio de 1969, cuando una de las tantas redadas policiales de la patrulla “moral” contra la comunidad se encontró con una fuerza de resistencia organizada por clientes y vecinos que decidieron decir basta a los abusos sistemáticos. La confrontación derivó en disturbios que se extendieron por varias noches y un año después, en 1970, miles marcharon a Central Park para proclamar “la nueva fuerza y orgullo de la gente gay”. Por ese entonces, la protesta era contra las leyes que prohibían las relaciones sexuales entre dos adultos homosexuales y contra la desprotección que tenían en el ámbito laboral o a la hora de encontrar una vivienda.
“This is where it all began,” me dijo una vez una drag queen al entrar mientras mascaba chicle con la boca abierta.
En 2020 esto suena arcaico y lejano. Pero hoy no sólo podemos marchar por las calles sino también reclamar ampliación de derechos adquiridos gracias a quienes décadas atrás arriesgaron sus vidas – literalmente – por el colectivo. Es cierto, la lucha no empezó en ese momento (de hecho Berlín ya contaba con cierto nivel de activismo LGBT a finales de 1800), pero Stonewall fue el catalizador que le dio visibilidad en Occidente.
Stonewall es Christopher Street Day. Es un lugar de celebración despreocupada, en donde uno puede hacer el tonto y subir un selfie a Instagram rodeado de amigos y con la lengua al aire. Porque claro que hay cosas para celebrar. Pero también es un santuario de orgullo y de comunidad. Y es especialmente un símbolo de la lucha inacabable, de los sacrificios y protestas que los miembros de la comunidad y aliados han hecho y harán para que la ampliación de derechos continúe.
51 años después, la celebración por las conquistas sociales continúa pero siempre consciente de que aún queda mucho por lo que marchar.
Originalmente publicada el 30 de junio de 2020.
Adrián Bono
Adrian Bono es periodista español y fundador de los medios digitales en inglés The Bubble y The Essential. Actualmente se enfoca en luchar contra la desinformación y promueve la alfabetización digital.