Viajar a la ciudad de Quedlinburg es una experiencia única. Un lugar con más de mil años de existencia en medio de Sachsen-Anhalt que en el año1994 fue declarada patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco. En sus callejuelas y pasillos se conservan edificios y casas dás e mde quinientos años de antigüedad llegando a la época temprana del medioevo. Se trata de un ugar clave para conocer y entender de primera mano la historia de Alemania.
Para conocer los puntos más importantes de esta ciudad podés entrar acá:
Llegar hasta Quedlinburg es relativamente sencillo desde Berlín: uno puede tomarse un bus, de los tantos que salen desde las distintas estaciones centrales de nuestra ciudad, así etambin como el tren -el cual no tiene concexión directa- o manejarse en auto. En definitiva, la distancia es corta, aproximadamente 200 kilómetros que tardaremos en recorrer entre dos y tres horas máximo. Yo decidí tomar el tren y vivir la experiencia ICE de Alemania. Eso implicó tomármelo en Hauptbahnhof y cambiar dos veces, una en Halle y otra vez en una estación perdida en el medio de la nada llamada Wegeleben. Eran alrededor de las 20:30 cuando cinco valientes nos bajamos del tren en lo que terminó siendo nada más que un andén con apenas dos plataformas. Tan solo aparece un cartel con el nombre de la estación como único punto de referencia en medio del vacío que se siente entre tanta oscuridad.
Quince minutos más tarde finalmente estaba en Quedlinburg, una noche fría de viernes sin gente en la calle, a excepción de los jóvenes que se escaban de la ciudad abordando el mismo tren que me había rescatado del vacío de Wegeleben. Necesitaba un fin de semana de descanso y tranquilidad, por lo que tomé esto como una excelente señal. Ya caminar por esas calles de otrora habían hecho que valiera la pena la espera y el frío.
Tres puntos claves para visitar en Quedlinburg
Los especialistas no dan con la fecha exacta del nacimiento de la ciudad de Quedlinburg, lo cual tiene bastante sentido siendo que esa zona del distrito de Harz ha sido poblada desde el neolítico. No se conocen documentos que mencionen a la ciudad más antiguos del que se conserva en la abadía de Corvey, Nordrhein Rhein-Westfalen, del año 922 en que el el Rey Enrique I menciona a la ciudad en un documento.
Afortunadamente, durante casi mil años, los pobladores han protegido lo que luego sería el patrimonio de la ciudad que hoy cuenta con unos 22.000 habitantes. Los edificios que decoran sus calles datan del siglo X como del siglo XV manteniéndose en pie ignorando el paso del tiempo.
Rathaus Quedlinburg
El ayuntamiento de Quedlinburg se encuentra en la zona más turística con una plaza seca abierta que recibe a miles de viajantes. Este es el mejor lugar para comenzar el trayecto temprano en la mañana, (y así olvidarse de tener que pasar por ahí y evitar a los turistas). Es probable que la vista de frente hacia el Rathaus -que si o si incluye al café que se encuentra al lado- sea la más fotografiada y posteada en Instagram.
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Resistirse a subir esta foto es realmente difícil. -Listo, lo dije-
Una de las cuestione más minteresantes sobre este edificio, es la estatua de casi tres metros que tiene flanqueando una de sus entradas custodiando la oficina del alcalde. Su nombre es Roland y a sus pies se puede leer un poco de su historia. Pero si por esas razones estás en un apuro, enchapado en bronce colocaron un código QR para que puedas acceder rápidamente desde tu móvil.
El Mausoleo de Götzsche
Siguiendo con el epígrafe en la foto del código QR, este es otro ejemplo de cosas que, como latino viviendo en Alemania y en Europa me impresionan enormemente. Imaginen que están caminando por la calle y perciben que el último edificio de la cuadra es un mausoleo. Este es precisamente el caso a la vuelta del Rathaus de Quedlinburg, donde un pasaje con un puñado de casas tiene decorada su esquina con una casa para muertos. La historia es así: en el año 1726 se construye el mausoleo para el mercader Christoph Gebhardt dentro del predio de la iglesia Marktkirche. Tiempo más tarde se derriba la iglesia y su predio -no en un acto de secularización sino de bienes raíces- para construir, lo dicho, viviendas. El tema es que demolieron todo excepto -spoilers alert- el mausoleo. Decidieron construir estas viviendas al lado del mausoleo, por lo que decidieron de manera consciente vivir allí. Las casas se mantuvieron, como así el mausoleo que en el año 1771 fue comprado por el alcalde de la ciudad, Johann Andreas Götzsche y así dándole el nombre con el que se lo conoce ahora. Como dije antes, esto solo puede pasar acá.
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El mausoleo es sin duda atractivo e interesante y provoca una disrupción muy marcada en el trazado de la ciudad – el cual se siguió construyendo alrededor de este, por lo que la disrupción no la genera el emplazamiento de esta casa de muertos sino la construcción posterior alrededor de este. La arquitectura es de estilo barroco y lo que más me sorprendió fue el dintel con dos mujeres llorando por la muerte del ser querido y el pasaje Isaías 26:19 de la Biblia, el cual dice:
Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.
O sea, que no sólo tuvieron la brillante idea de construir y vivir al lado de un mausoleo, sino que lo hicieron a sabiendas de que ese lugar pudiera haber sido el epicentro de una apocalipsis zombie
El Castillo de Quedlinburg y su testigo clave en el nacimiento de Alemania
El castillo de la ciudad, como casi todo en Quedlinburg, no se encuentra a más de diez minutos de distancia del centro, situado sobre un monte. Al llegar a la cima, por una caminata breve entramos accedemos a la calle principal que nos guía hacia los jardines, la galería con la mejor vista de la ciudad, y la abadía. Esta última fue mandada a construir por la emperatriz Matilde, viuda de Enrique I y madre del rey Otto -primer regente del Sacro Imperio Romano-, en el año 936 en conmemoración de su difunto esposo. Hoy existe un museo dedicado a quitar dinero a los visitantes. No es un mal paseo, pero es breve y no creo que valga los 10€ que hay que pagar para visitar todos los cuartos, contando los 3€ extra que se deben pagar para poder tomar fotografías. Otro problema que tiene el museo es que dos alas está en remodelación y por tanto, dos alas son inaccesibles y no hay mucho para ver. Pero la vista es increíble.
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La importancia de este lugar como un testigo del nacimiento de Alemania es que para aquél entonces, ni siquiera tenía nombre propio. Enrique I fue el duque de Sajonia al que se le otorgó el trono, no de Alemania sino de la Francia Oriental, que se encontraba bajo dominio de la dinastía Carolingia hasta el año 912 en que Enrique I es designado Rey de lo que algunos historiadores consideran que fue el primer estado germánico e inicia su propia dinastía sajona que luego daría paso a su hijo Otto, rey del Sacro Imperio Romano que dominó Europa hasta su caída en 1806 dando lugar a Prusia.
Conclusión
Quedlinburg es un lugar único que transporta a sus visitantes a otro tiempo. Es sin duda mágico y una visita más que satisfactoria. El tiempo para estar ahí dependerá de lo que se quiere hacer y de con quien se viaja. Para ir solo y conocer solo esa ciudad, diría que un día es más que suficiente. Tiene tintes románticos, no lo voy a negar, por lo que para ir en pareja podría ser un fin de semana tranquilamente. Pero no mucho más.
Tiempo de viaje: | 2-3horas |
Mejor transporte: | Tren (por la vista) |
Tiempo ideal de estadía: | 1-2 días |
Lugares para ver: | La ciudad vieja, el Castillo |
Mejor época para ir: | Cualquier momento |