La nueva y tan esperada película de Santiago Mitre “Argentina 1985” producida por los estudios Amazon, se estrenó en el Festival de Cine de Hamburgo la semana pasada. El filme muestra acontecimientos alrededor de la del juicio a la Junta Militar argentina por crímenes de lesa humanidad con Ricardo Darín en el papel del fiscal Julio César Strassera.
Atención hay spoilers | (Aclaración el sumario es lo que en inglés se conoce como “Montage” es una secuencia de escenas rápidas que sirven para demostrar el paso del tiempo o la repetición de una acción como en “Mujer Bonita” cuando Julia Roberts se prueba varios vestidos con la música de Roy Orbison “Pretty Woman”).
“Argentina 1985” comienza con la imagen de un futuro pero aún desconocido héroe, Strassera, mostrándolo de espaldas y focalizando su mirada en el espejo retrovisor. La primera preocupación del fiscal es quien está saliendo con su hija mayor y le consulta a su hijo menor acerca de las actividades de ella a quien estuvo siguiendo. Estas escenas se van a repetir en la película estableciendo el contrapunto con la Argentina de los servicios y espías que se intentaban dejar atrás después de cincuenta y tres años.
El primer acto se focaliza en Julio Strassera y en su conflicto personal de no querer tomar el juicio a la junta por temor de que sea en vano. La presentación del personaje, sus motivaciones, miedos y pensamientos están muy bien hechos con escenas que hasta recuerdan a la Ventana Indiscreta de Alfred Hitchcock. Y es por eso que el quiebre en el segundo acto es tan fuerte y desorienta al espectador.
Habiendo pasado la primera parte de la película concentrándose y desarrollando a un personaje muy fuerte, Argentina 1985 decide en el segundo acto olvidarse de Strassera y presentar a Luis Moreno Ocampo y luego a los jóvenes que serán parte del equipo de la fiscalía para afrontar el juicio a la junta.
Dos horas de sumarios sin llegar a nada
A partir de este momento la película se transforma en un sinfín de sumarios y chistes que no le permiten al espectador concentrarse ni fijarse en un caso paradigmático que sirva como ancla. Esto se repite en algunas escenas del juicio, presentan a una víctima con un plano secuencia en el que la cámara la sigue de espaldas mientras ella entra a la sala durante el cuarto intermedio. Se trata de Adriana Calvo cuyo testimonio sobre las torturas que sufrió se ve cortado para dar paso a otro sumario y recién luego de varios minutos que diluyen el dramatismo de su entrada, vuelve a ella para concluir su testimonio.
Es esta clase de abuso de sumarios a lo largo de la película lo que hace que el espectador se pierda y la importancia del juicio, de Strassera y su equipo caigan. Los sumarios diluyen y hacen perder al espectador sin darnos la posibilidad de entender bien qué fue lo que hizo la Junta. De hecho, esto es lo que buscan demostrar los fiscales, que se trató de un sistema organizado de aniquilamiento pero nunca lo demuestran porque no terminan de focalizarse en nada. Querer mostrar todo hace que no muestres nada.
Un Juicio sin acusados
Un relato necesita de un protagonista, un conflicto claro que sirva para mostrar la voluntad del personaje y de un antagonista evidente que sirva como contrapunto del protagonista. Se dice que un héroe es tan bueno como su villano en una historia. Lamentablemente ni los villanos ni sus crímenes tienen un lugar preponderante en la película.
Ni Videla, ni Massera, ni Agosti tienen más de un minuto de pantalla durante las casi dos horas y media de película. Entender a estos personajes siniestros ayudaría a entender y valorar mejor la voluntad de los protagonistas. Pero en ningún momento “Argentina 1985” se molesta en mostrar ni los horrores que azotaron a la Argentina entre 1976 a 1983, salvo por los sumarios diluyentes combina, ni tampoco mostrar quienes fueron y cómo pensaban estos asesinos.
Hay una frase famosa de Massera que sirve para ilustrar esto, durante el juicio dijo “me siento responsable pero no culpable”. Entender cómo pensaban también permite demostrar por qué se pudo establecer un programa sistematizado de exterminio que es exactamente lo que Strassera tiene que hacer pero por alguna razón la película no busca establecerlo.
Durante los interminables sumarios, se supone que los personajes están buscando pruebas que demuestren la existencia de centros clandestinos de tortura siendo el más importante de ellos la Escuela Superior de Mecánica de la Armada en donde se asesinaron a más de cuatro mil personas y que funcionó durante siete años hasta que los militares se retiraran del gobierno. En cualquier película que tenga como base un juicio o una investigación, la tensión va en aumento hasta llegar a uno de los momentos más importantes que suele ser el caso paradigmático que permite condensar todo lo que se mostró hasta ese momento. Pero en Argentina 1985, una vez más esto se diluye, la ESMA como muchas otras cosas pasan de largo.
Esto me hace llegar al último punto y es que tampoco hay un momento en el que Strassera y la Junta se vean cara a cara. Tan solo un momento en el que él los insulta y nada más. Si no se entiende quienes son los antagonistas no se entiende por qué el protagonista hace lo hace.
Spotlight – Un contraejemplo que sirve para explicar
Mientras veía “Argentina 1985” y reflexionaba en estos detalles que nombré anteriormente, pensaba en un paralelismo con la película “Spotlight” que muestra la historia real de un grupo de periodistas del diario Boston Globe quienes investigan los abusos a menores por parte de miembros de la iglesia católica.
Ambas películas están basadas en hechos reales, muestran a un equipo de personas que investigan un hecho aberrante cuyo antagonista es un estado (en el caso de Spotlight la iglesia), que se presenta como omnipotente y cuyas víctimas son reacias a prestar testimonio. La diferencia es que Spotlight en los primeros veinte minutos muestra el poder de la iglesia en Boston haciéndole entender al espectador cuán difícil será la tarea de los protagonistas y sin utilizar sumarios.
Cómo presentar a un antagonista poderoso en menos de veinte minutos
Spotlight comienza en con una escena en los años setenta en una comisaría de Boston en la que se encuentran dos nenes dibujando junto a la madre y un cura que habla con ella mientras el otro cura, presuntamente violador, está detenido. Al arribar el fiscal de distrito se entera por un policía veterano de que no habían paso a ningún periodista. Cuando entra en la sala donde están los niños, el cura le ordena que espere un par de minutos a lo que el fiscal obedece.
La siguiente secuencia, ya en los años 2000, presenta a los periodistas del Boston Globe reunidos con el nuevo editor en jefe que está interesado en hacer un seguimiento sobre la denuncia de curas violadores de menores para lo que pide que se haga una moción ante la justicia para abrir archivos sellados. La respuesta que recibe es “¿Quieres denunciar a la iglesia?” Luego le recuerdan al que tiene una reunión con el cardenal de Boston lo cual es costumbre cuando llega un nuevo director al diario.
En otra escena, los periodistas se encuentran con un abogado quien les explica que las multas que se pagan por abuso de menores en Boston son de veinte mil dólares y que es difícil conseguir testimonios por parte de las víctimas ya que la vergüenza y el poder de la iglesia son enormes.
Durante los primeros veinte minutos, “Spotlight” muestra escenas cargadas de sentido que mueven la historia hacia adelante presentando el conflicto, los personajes y al antagonista de manera sutil. El espectador va entendiendo de a poco cuán poderosa es la iglesia católica y por tanto puede inferir cuán difícil va a ser la tarea de los protagonistas. No solo eso, se entiende también porqué va a ser tan complicado conseguir testimonios. Todo eso ya está en juego apenas comenzada la película sin tener que usar sumarios que diluyan la historia.
Palabras Finales
Si uno no conoce la historia del Juicio a la Junta, “Argentina 1985” lo va a perder. Durante dos horas y veinte minutos no puede establecer un antagonista claro que permita entender el conflicto y la voluntad del protagonista. Abusa de sumarios para contar muchas cosas en poco tiempo sin concentrarse en ninguna. Será mi opinión, pero me recuerda a muchas películas nuevas de Hollywood que se pierden en una narración inconsistente
Un aspecto redentor de la película es la caracterización y atención al detalle en la personificación de los personajes como Bernardo Neustadt, Massera, Luis Moreno Ocampo, etc que están casi igual. También los elementos que sirven para ambientar a la película en los año ochenta como frases, objetos, cabinas telefónicas de Entel, las líneas de colectivo correctas que pasan por las distintas avenidas, etc. Pero no mucho más.
Tantos chistes y sumarios sin anclar en los hechos termina frivolizando la historia. En mi humilde opinión, es una película irresponsable. Va como piña para un domingo a la tarde en casa sin tener otra que hacer.
No lo voy a negar, disfruté de la película por momentos y hasta me hizo llorar pero si quitamos el aspecto emocional por la conexión que los argentinos tenemos con esta historia se ven estos problemas narrativos que tiene “Argentina 1985”.