Me sirvo de las palabras textuales de Javier Urrutia para contextualizar su profesionalidad en el medio cinematográfico donde participa activamente como director de la escuela de cine “EDUCA TU MIRADA” sita en Barcelona:
“En mi infancia dibujaba sin parar, me disfrazaba mucho, miraba mucho la tele y me enganché a los cómics de Súper López y Spiderman. E.T y Gremlins me calaron muy hondo. En la adolescencia “El árbol de la ciencia” y “El guardián entre el centeno” me descubrieron el placer de leer. “Muerte en Venecia” me inició a un cine contemplativo que me fascinó por completo. A día de hoy, sigo explorando imágenes con la inocencia del niño y la mirada crítica del adulto”
“EDUCA TU MIRADA” es una escuela de cine con un enfoque transversal y humanístico centrado en la reflexión sobre las imágenes, que apuesta por un cine de autor y experimental. Su programa ofrece formación presencial sobre cine de autor, experimental y monográficos de diferentes cineastas, contando a su vez con una formación a distancia (online).
Dentro de la investigación de temática audiovisual, Javier Urrutia, cuenta en su actividad profesional como docente, con cuantiosos seminarios de cine presenciales y online en torno a las obras de David Lynch, Ingmar Bergman, Tarkovski, Kubrick, Cronenberg…cuantiosos artículos escritos sobre cine se pueden leer en su portfolio junto a entrevistas a personalidades del mundo cultural y cinematográfico.
Su escuela apuesta por una formación crítica basada en la defensa de la igualdad de género y en el desarrollo de una sensibilidad estética.
Un equipo diverso y multidisciplinar, con formación en filosofía, periodismo, filología, bellas artes, literatura comparada, estudios culturales y estudios musicales: Javier Urrutia, Mireia Iniesta, Andrés Duque, Jorge Fernández Gonzalo, Rosa Delgado Leyva, Adrián Silvestre, Adrià Naranjo, Mónica Lou, Javier Trigales, Francesco Morfini, Cristina Ristol, y colaboradores como Aaron Rodríguez Serrano, Rubén Prieto y Laura Piqué.
Dígame una cosa, ¿Cuándo supo que se embarcaría en una historia tan apasionante como la de montar una Escuela de Cine?
Yo venía del mundo de la docencia. Daba clases en una escuela de imagen y sonido en Barcelona. Después, tuve una experiencia como jefe de estudios en una escuela de cine de Mataró, y por esas fechas fechas empecé a impartir mis propios cursos sobre cine. Más adelante, hace unos cinco años, sin saber muy bien por qué, abrí una cuenta en Facebook. Sólo tenía claro que sería un espacio que reivindicara el cine mudo, el cine clásico y el cine de autor, al margen del imperativo de la actualidad y la novedad, que todo lo contamina. La criatura fue creciendo y empezó a tomar forma de escuela, ofreciendo cursos y seminarios. Se sumaron al proyecto personas a las que admiro como Aarón Rodríguez, Mireia Iniesta, Andrés Duque, Javier Trigales o Adrián Silvestre. Luego llegó el apoyo de Filmin, de Shangrila, de Cuadernos Caimán y, recientemente de Solaris, todos ellos verdaderos referentes para nosotros. Y toda esa energía sigue tomando cuerpo en forma de escuela de cine, llamada Educa tu Mirada.
Explique por favor a nuestros lectores qué quiere decir con apostar por una formación crítica que desarrolle la sensibilidad estética.
No podemos competir con otras escuelas a nivel de experiencia o logística, pero sí en entusiasmo y calidad docente. Para nosotros, desde el principio, era muy importante defender ciertos valores sin pudor. Apostar por un espíritu crítico y reflexivo, cuestionar las imágenes y romper ciertos clichés de la enseñanza cinematográfica, demasiado ensimismada en su propio ombligo. Queríamos llegar a todo el mundo sin prejuicios, Nuestro objetivo era, y sigue siendo, abrir la mirada y desarrollar la sensibilidad, reactivar los sentidos y la percepción, de forma que podamos conectarnos afectivamente a la vida, usando la potencia del cine. No es sólo una cuestión estética, sino que está relacionada con la capacidad humana de imaginar, reinventar o soñar. El cine nos permite ver y sentir la vida de forma mágica, todo cobra vida desde la óptica de la cámara: el rostro de un actor, un silla o el tronco de un árbol. Es una especie de alucinación que nos abre los sentidos. Nos gustaría lograr que el pensamiento y la sensación fueran lo mismo. Romper la forma piramidal de la enseñanza, donde los alumnos miran de abajo hacia arriba a un profesor que imparte clases magistrales. Más que clases teóricas cerradas y concluyentes, creemos en experiencias abiertas y orgánicas que crecen con el diálogo entre los docentes y el alumnado.
Disciplinas como la filosofía, las bellas artes, la literatura comparada, los estudios sobre género ¿Qué le aportan al aficionado o al estudioso del cine todas estas materias de las que se sirve su equipo?
Uno de los errores más frecuentes a la hora de estudiar el cine es hacerlo como si este fuera un campo aislado del resto del mundo, como si el cine fuera un camino claro y unívoco, de un solo sentido. El cine es un arte bastardo y vampírico, que se nutre de otros lenguajes y de otros campos, condicionado por múltiples factores. El cine toma influencias de las artes clásicas como la pintura y la literatura, pero también lo hace del videoclip, de la publicidad o de las redes sociales, medios de nuestros tiempos que han cambiado y cambian radicalmente nuestra forma de ser y de estar en el mundo. Para nosotros es importante partir de esa lectura conectada con nuestro tiempo presente. Ver el cine como un fenómeno mutable y esquivo, que siempre estará por delante de cualquier teoría o clasificación. Nos gusta enriquecer lo cinematográfico desde otros campos porque entendemos que todos los saberes y las artes están relacionados y que el cine se nutre de todos ellos, lo mismo que ellos se nutren del cine, el arte más influyente y masivo de nuestro tiempo.
En “Educa tu mirada” los alumnos pueden tener acceso a una formación presencial y a una formación online. ¿Qué diferencia hay entre ambas?
Como dijo Dylan “los tiempos están cambiando” y como escuela hemos de ajustarnos a unas nuevas necesidades y a unas nuevas didácticas. Los seminarios presenciales garantizan la experiencia compartida de un espacio que recrea, en la medida de lo posible, las condiciones de una pequeña sala de cine (gran pantalla y oscuridad) habilitada para impartir una clase. La formación online nos permite ampliar nuestras fronteras como escuela, llegar a múltiples lugares, e impartir los contenidos y el análisis de escenas desde plataformas increíbles como Filmin o Youtube, que son una maravilla para todo cinéfil@. Con la experiencia del confinamiento, y de forma inesperada, nos hemos dado cuenta de las enormes posibilidades que nos brindan estos medios. Intentamos superar el tópico que gira alrededor de la experiencia online como lugar deshumanizado y frío. El cine viene de esa paradoja que forja parte de su poética. Las imágenes se proyectan en una pantalla y nos tocan afectivamente desde la distancia. Si el cine puede emocionarnos desde ese canal, no entiendo el porqué no puede hacerlo una clase online. Asumimos con gran responsabilidad y emoción que gran parte de ese vínculo entre alumn@ y docente depende del cuidado y el cariño que le pongamos a nuestras sesiones. Y eso es lo que intentamos hacer siempre, sean en el formato que sean.
¿En qué consisten los “Seminarios Intensivos” que imparten?
Son encuentros intensivos de formación cinematográfica centrados en diferentes cineastas o temáticas cinéfilas. Son clases muy elaboradas por los docentes que suponen una investigación sobre la filmografía de un director o directora de cine. El pasado año hicimos seminarios sobre Lynch, Bergman y Tarkovsky. También son un punto de encuentro entre participantes y docentes, donde la cinefilia y el análisis fílmico son los verdaderos protagonistas.
Yo formo parte del grupo de personas que piensan que el cine no ha hecho más que empezar a caminar a pesar de tener más de cien años de existencia. ¿Usted qué cree?
Se ha escrito mucho sobre cine y hay teorías de todos los colores. Para algunos, el cine ha muerto y para otros, no ha hecho más que empezar. Yo creo que el cine siempre ha existido en nuestro inconsciente desde el momento en que nos levantamos del suelo y tuvimos la necesidad de duplicar la realidad, pintando bisontes en las cuevas, alumbrados por la llama de una antorcha que movía sombras en la oscuridad. Eso era una especie de protocine como dice Herzog en “La cueva de los sueños olvidados” (2010). Fue un primer intento de atrapar el movimiento y el fluir de la vida. Cientos de miles de años después, la conciencia humana inventó la fotografía y esta derivó en lo que hoy conocemos como cine, la imagen en movimiento. A día de hoy, esas imágenes en movimiento se hallan en diálogo permanente con otros medios como las redes sociales o plataformas como Youtube o Instagram, que demuestran que la fascinación por la imagen en movimiento sigue viva. No vamos tanto al cine, pero vivimos enganchados a una pantalla y desde ella configuramos una realidad que nos abre un mundo de posibilidades al alcance de nuestra mano. Entre ese gesto prehistórico de las cavernas y la captación en 4k de la órbita terrestre desde un satélite espacial existe una misma intención, cambiando las herramientas. Si somos capaces de integrar lo tecnológico, la realidad virtual, en lo real y viceversa, habremos dado un gran paso como especie. No sé hacia donde irá el cine, pero intuyo que más allá del cine, allí donde esté lo humano, estará la imaginación y sus dispositivos para darle forma mediante las imágenes. La vida siempre va por delante de cualquier teoría. Para mí, el cine sigue siendo un misterio.
El acceso a las tecnologías de uso diario ha democratizado mucho la posibilidad de hacer películas de alta calidad desde cualquier parte del mundo, hoy más que dinero se necesita talento ¿Qué le parece?
La neurociencia afirma que dentro de muy poco podremos llevar todas las películas de la historia en un dispositivo de bolsillo. Ahora bien, esto no es garantía de nada si no somos capaces de desarrollar la capacidad de discernir y reflexionar. Necesitamos frenar el consumo de imágenes porque sin tiempo, no hay reflexión. Y sin reflexión, la esencia mágica de la imagen pierde su valor, lo que anestesia nuestro asombro. La imagen se convierte en algo muerto que no comunica ni transmite nada. Es difícil que surja talento sin capacidad de asombrarse o fascinarse. Cambiar el paradigma de la cantidad por la calidad y el del consumismo desenfrenado por el criterio selectivo nos hace personas más conscientes de lo que vemos y de lo que sentimos. Permitir que las imágenes nos vuelvan a conmover lleva tiempo y sobre todo lleva un más que necesario periodo de desintoxicación, donde menos es más. El dinero no es tan importante para hacer cine, claro que no. Y menos en nuestros tiempos donde cualquiera puede subir sus contenidos a Youtube y encontrar su audiencia. Venga Monjas o Miguel Noguera son productos de toda esa fuerza en el ámbito del humor y la comedia. Hay contenidos muy válidos y de mucha calidad en estas plataformas populares y masivas. Hay que romper ciertos clichés y abrir nuestra mente a una realidad que ofrece más oportunidades que nunca para poder hacer arte. La honestidad, el talento y la búsqueda de belleza están muy por encima de cualquier otro elemento. Su fuerza es tal, que calla todo lo demás.
¿Qué piensa de la situación que vive la cultura y todos los que se dedican a ella como forma de vida? ¿Qué propone para salir del paso?
Tenemos más acceso a la cultura que nunca y vemos más imágenes que nunca. El saber se ha democratizado y eso es maravilloso. Ahora bien, la cultura no es una mercancía ni una cuestión de estatus, es un valor fundamental para formar individuos libres con espíritu crítico ante las ideologías o las imágenes dominantes. Ante la mercantilización de todas las esferas de la vida es importante salvaguardar la cultura de ciertos intereses, permitir que sea una puerta para desarrollar el pensamiento crítico y la sensibilidad. Los que nos dedicamos a esto no salvamos vidas, por supuesto, pero le damos forma a las emociones y a los pensamientos a través de nuestro trabajo. Sería bueno que nos diéramos cuenta de la importancia que tiene esto para la sociedad. No entiendo cómo tenemos una educación tan pobre en los colegios e institutos de lenguaje audiovisual. Es un insulto a la inteligencia y un enorme desprecio a lo que ocurre en la vida real. El mundo actual se mueve en ese nivel y en ese código. Creo que siempre ha existido una desconexión entre la institución y la vida, y la escuela no escapa de eso. En lo personal, lo que más me ha marcado no lo he aprendido en el instituto o en la universidad, sino en el parque o en los libros y películas a los que me he acercado de forma autodidacta. Creo que es ese espacio donde se encuentra la clave del desarrollo personal. Si además de tener un sistema educativo anclado en el siglo XIX, tenemos unos políticos analfabetos en el sentido cultural y, lo que es peor, asépticos a nivel humano, entonces el panorama es desolador. Creo que la única salida es escapar todo lo que se pueda de ciertos relatos que contaminan nuestra ilusión por cambiar las cosas y hacer un mundo mejor. Creo que lo mejor que puede hacer una persona a día de hoy es no mirar demasiado la televisión ni escuchar las noticias. No sé exactamente lo que quiero, pero sé que no quiero caer en ciertos discursos victimistas o en ciertas polarizaciones que lo único que hacen es alimentar el miedo y la resignación. La única fórmula que se me ocurre es la de la ilusión, la belleza y la magia. Todo lo que concentra la ficción y, en parte, lo que contiene el cine.
¿Quiénes son sus directores de cine y teatro preferidos? Y ¿Sus actores y actrices?
Siento debilidad por el cine y la lectura en general, y mis gustos son muy variados. Veo el cine como un universo que se expande a medida que me adentro en él y no le veo nunca fin. Elegiría a Tarkovsky y Hitchcock por lo que representan: Al primero, por su capacidad para trascender los códigos del lenguaje cinematográfico y crear un universo singular al margen de las modas. Al segundo, por su capacidad visual y su habilidad para conectar con el público. Si juntáramos esas dos tendencias acabaríamos con muchos tópicos que impiden que disfrutemos del cine en toda su riqueza y complejidad. No sigo el teatro actual, pero del teatro moderno me quedo con Brecht, Beckett y Dürrenmatt, de lo mejor que descubrí en la Universidad. No soy muy mitómano, ni siento especial debilidad por ningún actor o actriz. Me fijo más en el trabajo de la escritura fílmica, aunque entiendo que los rostros de los actores encarnan las ideas abstractas del film y su trabajo tiene un mérito enorme.
Cuénteme algo que quiera compartir con los lectores de nuestra revista.
Estamos muy contentos con el crecimiento de la escuela este último año, en el que hemos colaborado con entidades como Filmoteca de Catalunya, Pati Llimona, Etopia o Artistic Metropol en Madrid. Hemos consolidado nuestros lazos con espacios como 39 Escalons (Manacor), donde nos tratan de maravilla. Tenemos claro que si las imágenes se mueven, nosotros vamos a su encuentro. Ellas nos indican el camino. Para nosotros, acudir a Manacor, a Madrid o a Zaragoza a impartir un seminario es recuperar ese espíritu nómada y festivo de los primeros cineastas que salían a compartir sus pequeñas películas domésticas en las ferias o barracas. Muchas gracias a todos los que habéis confiado en nosotros. Que siempre avivemos el fuego del asombro.
Charo García Diego
(Salamanca 1961) es Pedagoga, Socióloga y Psicóloga Social. Organizadora, coordinadora y difusora en los medios de comunicación de actividades culturales desde 1990 en España. Desde sus inicios universitarios, estudia, investiga y escribe crítica de cine. En su currículo consta la organización de diversos festivales de cortometrajes y la semana de cine independiente español. Promueve encuentros entre narradores, poetas y músicos. Sus intereses giran en torno a la difusión de culturas transversales, multipluridisciplinares y versátiles que aporten enriquecimiento formativo a las nuevas generaciones.