No se sentó, más bien se dejó caer sobre el único escaño vacío en aquel momento. Un largo, casi doloroso suspiro acompañó sus movimientos. Luego golpeó los bolsillos de su chaqueta buscando el paquete de cigarrillos. Echado atrás en su haciendo lanzó una larga y pausada primera bocanada de humo. De nuevo, tal como lo había hecho las dos últimas décadas, se dio a la tarea de identificar la nube con la forma de un animal, flor, objeto o lo que la imaginación le sugería. Había sido su gran pasatiempo todo este tiempo.
Cuando se puso de pie aplastó fuerte la colilla con su pie, luego cogió su maleta y emprendió la marcha. Ya lo había pensado suficientemente. El capitán Gallardo seguro lo entendería. A través de los años había logrado descubrir aunque fuese a la distancia al hombre que se escondía detrás de aquel uniforme. Pediría hablar una palabrita con él. Sólo una palabrita le diría al de la guardia.
Le diría todo lo que en aquel par de días había visto y vivido. El muchacho casi niño que había pretendido arrebatarle la maleta. Y no porque la haya dejado en alguna parte sino mientras caminaba cogiéndola de la manilla. Que debió dormir en el suelo por no tener un techo donde hacerlo. Que no había comido nada. Que había pasado el susto de su vida cuando casi fue atropellado por un vehículo que huía de la policía. Finalmente le pediría que lo asilara de nuevo en el penal.
Armando Aravena Arellano
Profesor de Arte, ha escrito más de ciento cincuenta cuentos, doce novelas y quince obras de teatro. Dirige talleres de escritura de adultos y de jóvenes. Sus obras han sido premiadas en España, Argentina, Colombia, Venezuela, Perú, México y Chile. Columnista de diarios nacionales en Chile
Foto de portada: Alejandro Ramos Corral: explorador de una realidad habitada por reflejos elocuentes y superficies sustraídas a la mirada común. Instagram