“Como en casi todas las notas personales, lo realmente merecedor de atención está más en la producción académica y crítica que en la enumeración de méritos, títulos y papeles varios que la actual burocracia administrativa nos invita a coleccionar. Dicho esto, parece responsable situarse en un mapa de estudios y referencias que, al fin y a la postre, no son sino una serie de deudas contraídas hacia un buen número de maestros y maestras.” Aaron Rodríguez Serrano
Con estas palabras podríamos esbozar la forma de aprender y transmitir conocimientos del profesor universitario, que es Licenciado y doctor en Comunicación Audiovisual y Graduado en Filosofia. Es Master en Historia y Estética de la Cinematografía y Máster en Nuevas Tendencias y Procesos de Innovación en Comunicación. Desde los años 2006/2007 imparte clases en diferentes universidades publicas o privadas. Tanto en Castellano como en inglés.
Ha publicado ocho libros en editoriales de reconocido prestigio indexadas en el SPI (Cátedra, Shangrila, UOC…), una treintena de capítulos de libros y alrededor de cincuenta artículos indexados en revistas en ESCI, SCOPUS o WEB OF SCIENCE – Arts and Humanities. En paralelo realiza video ensayos.
Pertenece a la generación denominada “Nueva Critica”. Los editores de las revistas digitales, le acogieron y ha podido publicar textos en Detour, Miradas de Cine, Cineua, y muy especialmente, Cine Divergente. En los últimos años colabora con El antepenúltimo mohicano, y de coloca algunas colaboraciones puntuales en Dirigido Por, Caimán – Cuadernos de Cine y Secuencias.
¿En su caso que fue lo que le empujo definitivamente a dedicar su vida laboral al cine?
Aaron Rodríguez Serrano: No fue una decisión consciente. Desde que tengo uso de razón el cine ha sido probablemente uno de los aspectos más importantes de mi vida. De adolescente soñaba con ser crítico de cine, pero al llegar a la universidad descubrí que lo que realmente me apasionaba era el análisis fílmico. Por otra parte, mis padres siempre comprendieron y apoyaron mi decisión de volcarme en el cine, desde muy pequeño. Recuerdo que mi padre trasnochaba para grabarme las películas de los cineclubs de La 2, y que mi madre me llevaba los sábados por la tarde a las sesiones dobles del barrio. Casi sin darme cuenta, de una manera natural, el cine acabó significando todo aquello que realmente era relevante en mi vida y que la realidad nunca me ofrecía.
Tiene usted un perfil profesional y de conocimientos, dada su juventud, que muchos deberían contemplar, sin embargo, reivindica “las deudas contraídas hacia un buen numero de maestros y maestras”, ¿Qué les diría a las personas que quieren disfrutar al máximo del cine?
Aaron Rodríguez Serrano: Agradezco el piropo, pero ya no soy tan joven. Ya hay toda una generación por debajo de mí que está escribiendo cosas realmente extraordinarias –Javier Acevedo o Teresa Sorolla, por ejemplo, pero hay muchos más- y de los que no dejo de aprender. En mi caso la figura de los maestros ha sido absolutamente fundamental, y me gusta mucho reivindicarla con gratitud y con alegría. Y creo, además, que he conseguido convivir armónicamente entre todo lo que ellos me han dado y lo que luego yo he ido construyendo al margen o incluso en oposición a sus trabajos. Todavía hoy me encuentro con algún conocido que me recuerda, con algo de picardía, mis comienzos en el análisis psicoanalítico requeniano. Y yo, en lugar de intentar separarme de esa herencia, confieso que me siento muy orgulloso de haber pasado por ahí, por mucho que actualmente mi metodología de trabajo vaya por otros derroteros bien distintos. Que te inviten a mirar bien una película es fundamental, pero más fundamental todavía es acabar peleando la propia mirada incluso en contra de los maestros.
Soltado este rollo, y ya respondiendo a la pregunta, creo que disfrutar del cine es una cuestión muy personal, creo que no hay “dogmas”, ni “trucos”, ni “fórmulas mágicas”. En mi caso concreto, la gran revelación fue el comienzo del trabajo sobre la puesta en escena: ver cómo la cámara o el montaje iban construyendo poco a poco la película. Dejar de lado “la trama” para pasar a lo específicamente cinematográfico y quedarse enamorado de un uso del color, o de una manera de encuadrar o de componer. Y esa mirada se construye a base de escuchar y leer a los grandes analistas, pero también de sentarse delante de la película con un boli y un papel y decir muchas tonterías.
Ingmar Bergman dijo:” El cine es una manera de vivir, y esa marera de vivir es una forma de mirar”. ¿Cuánto de este mensaje se hace realidad en su caso?
Aaron Rodríguez Serrano: Todo. En mi caso, el cine no es únicamente mi oficio, sino también mi pasión, en un sentido casi vital, muy bergmaniano. Es inevitable que nuestra experiencia cotidiana no esté mediada por la experiencia cinematográfica: no únicamente por la cantidad de horas diarias que uno está viendo/escribiendo/hablando sobre cine, sino porque la configuración de nuestros afectos se nutre necesariamente de la expresión cinematográfica. Y eso modifica el mundo, claro.
¿Qué es aquello que mas le seduce de la docencia universitaria? Y, ¿lo que más le disgusta?
Aaron Rodríguez Serrano: En mi caso concreto, la docencia universitaria es el centro. Resulta raro decirlo porque precisamente los mecanismos de gestión universitaria hacen lo imposible para que nos desmotivemos y no invirtamos ni un segundo de nuestro tiempo en la docencia –en los mecanismos de acreditación los méritos docentes no dejan de tener un aspecto casi anecdótico. Lo que más me disgusta es eso: el poco valor social y académico con que se trata por parte de las instituciones –lo llaman “carga docente”, y con eso ya está todo dicho.
La docencia, lejos de ser una carga, es una buena oportunidad para intentar trabajar con cierto rigor y seriedad las ideas propias, y también para encontrar interlocutores y visiones plurales, muy alejadas de lo que uno cree y piensa. Es una magnífica experiencia.
¿Por favor, explique a los lectores de nuestra revista la diferencia sustancial entre análisis fílmico y crítica cinematográfica? En su caso que le gusta más, ¿analizar o criticar una película?
Aaron Rodríguez Serrano: El análisis exige una disciplina radical, una metodología más o menos pautada –por lo menos en las primeras fases- y, sobre todo, requiere muchísimo tiempo. El análisis en profundidad de una única película puede requerir meses y meses de trabajo. La crítica exige rapidez en la mirada, elocuencia, un conocimiento riguroso de infinidad de referentes culturales y un talento literario mínimo. En mi caso, yo soy un analista que tangencialmente escribe críticas, pero no tengo ese swing que tienen los buenos críticos para desplegar las ideas claves de la cinta en, pongamos, quinientas palabras. Lo que hace un Ignacio Pablo Rico, un David Tejero, una Mireia Mullor, una Desirée de Fez o una Elsa Fernández Santos es algo que yo no puedo hacer con la misma precisión y el mismo talento.
Cuando dedica su tiempo al análisis fílmico ¿qué prefiere analizar: una película, una escena, la obra de un director, o dar un seminario temático?
Aaron Rodríguez Serrano: Con los años me he dado cuenta de que mi ámbito natural es la “película”, tomada como un texto autónomo.
¿Qué le parece YouTube como canal de crítica cinematográfica? ¿Le ve usted mas ventajas que desventajas o al contrario?
Aaron Rodríguez Serrano: De momento, mi experiencia en Youtube está siendo muy positiva. En mi caso no lo utilizo explícitamente para realizar críticas, sino más bien para proponer análisis o generar materiales vinculados con la docencia –seminarios de aproximación a ciertos temas, reseñas de libros vinculados con la teoría del cine… Creo que los principales inconvenientes tienen que ver con la propia legislación de los materiales –uno invierte enormes cantidades de tiempo en pelear contra los “derechos de autor” que exigen entidades abstractas, generalmente sin la menor base legal-, pero para alguien del campo de la comunicación audiovisual sigue siendo una plataforma razonablemente buena.
¿Dónde prefiere usted hablar de películas de cine con los cinéfilos en Twitter o en Facebook?
Aaron Rodríguez Serrano: En la vida real J Bromas aparte, dejé de usar twitter hace ya cosa de dos o tres años. Añoro a muchos de mis interlocutores de aquel momento, pero reconozco que era una herramienta que no supe manejar con suficiente facilidad. Intuyo que me la tomaba demasiado en serio. Facebook sigue siendo la red social prioritaria en mis interacciones, pero también reconozco que la tengo un poco abandonada. En líneas generales, cada vez me interesa menos el concepto “red social” e invierto más tiempo en el viejo correo electrónico o incluso en Youtube. También uso puntualmente Instagram, pero no soy capaz de hacerme con su funcionamiento. En mi caso, intuyo que en no mucho tiempo acabaré por cerrar todos los perfiles y regresar al feliz estado del ciudadano analógico.
Hábleme de sus gustos cinematográficos, ¿Quiénes son sus directores preferidos? Y, ¿Sus actores?
Aaron Rodríguez Serrano: En esto de los gustos cinematográficos me temo que peco de cierto eclecticismo. Me interesan obras tan diametralmente opuestas como la de Bill Viola o la de James Wan. Ciertamente, algunos directores me han acompañado durante más tiempo en los últimos años –Bergman, Moretti, Pasolini-, pero hay muchos otros –Maddin, Marker, Borzage- sobre los que no recuerdo haber escrito casi nada y que, sin embargo, me apasionan. Últimamente le estoy dedicando mucho tiempo al cine español, y no paro de sorprenderme ante la fuerza y el valor de muchos de nuestros títulos menos reivindicados.
En cuanto a actores o actrices, y sin salir de la esfera nacional, me gustan mucho Natalia de Molina, Aura Garrido, Quim Gutiérrez… Si tuviera que quedarme con un actor nacional contemporáneo, creo que señalaría a Eduard Fernández. Le descubrí en Fausto 5.0 –que siempre he pensado que era una cinta terriblemente infravalorada en el ya de por sí infravalorado fantástico español- y desde entonces he visto prácticamente todo lo que ha rodado con el mayor respeto.
Cuénteme algo que quiera compartir con los lectores de nuestra revista.
Aaron Rodríguez Serrano: Si todo va bien, habrá libro nuevo para 2020 y, sin poder desvelar todavía los detalles, creo que será un trabajo humilde pero contundente. Y hasta ahí puedo leer.
Charo García Diego
(Salamanca 1961) es Pedagoga, Socióloga y Psicóloga Social. Organizadora, coordinadora y difusora en los medios de comunicación de actividades culturales desde 1990 en España. Desde sus inicios universitarios, estudia, investiga y escribe crítica de cine. En su currículo consta la organización de diversos festivales de cortometrajes y la semana de cine independiente español. Promueve encuentros entre narradores, poetas y músicos. Sus intereses giran en torno a la difusión de culturas transversales, multipluridisciplinares y versátiles que aporten enriquecimiento formativo a las nuevas generaciones.