El viernes trece fue un día movido en Berlín con el senado decidiendo leyes que ayudaran a contener el efecto causado por el aislamiento social producto del coronavirus en la ciudad. Ante la inminente posibilidad de que se diera orden a la ciudadanía de que se quedara en sus casas, como así también el cierre de bares y discotecas, las personas -siguiendo la tendencia mundial- se hacinaron en las tiendas para abastecerse. El personal médico no es el único que trabaja sin descanso durante esta crisis, sino también repositores y cajeros de los supermercados. Hablamos con uno de ellos quien nos contó cómo lo vive desde adentro.
¿Qué pasa con los supermercados y cómo se vive desde el otro lado en Berlín?
Desde hace una semana que los supermercados se ven repletos de compradores que se llevan cuanto pueden, en muchos casos, a sus casas. Luego de que los productos básicos como pan, la leche, carnes y no perecederos casi se agotaran el sábado, se esperaba que el lunes bajara la preocupación por abastecerse a granel y la situación volviera a la normalidad. Al menos esa era la esperanza de Clara, quien trabaja en un supermercado de Berlín, (y quien nos pidió que su nombre real quedara en el anonimato).
El lunes podría haber sido un día tranquilo, quizás demasiado teniendo la orden pública de mantenerse en la casa. Pero esto no fue así en el trabajo de Clara quien a mitad de jornada ya sentía haber atendido a la misma cantidad de gente que se ve por los pasillos de los supermercados de Berlín en un día completo de muchas compras con las cuatro cajas llenas casi todo el tiempo.
“Pareciera que se estuviesen abasteciendo para tres meses”, dice, “se ve más gente comprando y tuvimos que limitar la venta de leche a cinco litros porque las personas se llevan pack de 12”. Esto trae malestar en clientes que no pueden llevarse cuanto quieren y algunos llegan a quejarse y alzar la voz. Es que muchos, luego de haber realizado una compra grande, vuelven al día siguiente por más, pero Clara les asegura que nadie se va a quedar sin poder volver a comprar.
De hecho, según trascendió el 18 de marzo en un artículo del diario local Berliner Morgenpost, los supermercados, así también como los que se hayan dentro de centros comerciales, se encuentran dentro de una lista de imprescindibles a permanecer abiertos y se estaría estudiando la posibilidad de levantar la prohibición de cierre de los domingos para que funcionen los siete días de la semana.
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“Que la gente no se amontone en los supermercados” –personal de supermercado en Berlín.
La gente mayor de cincuenta y cinco, que se encuentra dentro de los grupos de riesgo, sigue yendo al supermercado sin tener la posibilidad o deseo que alguien más joven los ayude. Si están acostumbrados a hacer ellos sus compras, es difícil que esa costumbre cambie. Uno de los problemas que se ven es que, a menos que posean un coche para llevarse su compra, Clara ve que la gente mayor vive más al día a día y no puede llevarse muchas cosas debido a que no puede cargar mucho peso.
Respecto a esto, Clara le preguntó a una señora que por qué no se quedaba en su casa y le pedía a algún vecino que viniese a hacerle las compras. Ella le contestó que necesita moverse todos los días un poco y además, es ella quien está ayudando a un vecino. Otros le dijeron que no tenían ayuda alguna.
Desde las redes sociales se han estado organizando desde la semana pasada en Berlín para prestar asistencia a aquellos que lo necesiten y así evitar un mayor riesgo de contraer el virus. Uno de ellos es el Quarantäne-Hilfe-Berlin que provee con listas de personas a quien contactar por ayuda en cada barrio de la ciudad.
Uno de los problemas que enfrentan los empleados de supermercados es el riesgo de contagio de coronavirus. Especialmente los cajeros quienes atienden a decenas de personas todos los días podrían llegar a ser un foco de contagio. Es por eso que varias tiendas en Alemania están pidiendo a sus clientes que no paguen con dinero en efectivo sino con tarjeta para evitar un contacto innecesario.
A pesar de que no hayan recibido instrucción ni un protocolo para cuidarse, ella y otros compañeros han tomado recaudos como tener desinfectante a mano y utilizar guantes, aunque no todos sus compañeros lo hacen.
A Clara, como a muchos otros, le preocupa la incertidumbre de no saber cuándo terminará esta situación. Cuando le pregunté cómo se sentía a menos de una semana de comenzado el aislamiento me dijo “me siento enojada, molesta, porque a mí no me dieron opción, yo tengo que ir a trabajar, y los que no tienen que ir a trabajar, no colaboran con otros, exponiéndonos todos los días. Más que nada los que trabajamos en la caja, es estar 8 horas sentados, recibimos mucha energía y es estresante“.
Por el momento, el aislamiento ha demostrado ayudar a frenar el aumento de casos de infectados por coronavirus en Alemania como así en el resto de los países. Por último, le pregunté a Clara qué le recomendaría a los compradores en general y esto fue lo que contestó: “Le recomendaría a la gente que intente quedarse más en casa. Entiendo que sea molesto y triste, pero es mejor intentar ayudar y bajar la curva de contagio a tener que seguir por mucho más tiempo. Podemos colaborar no amontonándonos en los supermercados o espacios cerrados. Y que sean más autocríticos y vean si realmente tienen la necesidad de ir todos los días al supermercado.
Al momento de cierre de este artículo, Clara y sus compañeros no recibieron noticia por parte de la empresa de si recibirán un aumento, bono o algún tipo de recompensación extra por el esfuerzo que hacen. Sin esperarlo, de todas formas y sabiendo del riesgo que corren, siguen yendo a trabajar por los demás.
Es muy importante mantenerse al tanto de lo que pasa durante la crisis del coronavirus, COVID-19, con información confiable. Pueden encontrar más en las siguiente página de la Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019 – La información fiable salva vidas y disminuye el pánico.