¿Por qué los latinos somos tan impuntuales? Nos preguntamos con Alicia mientras estamos sentadas en una de las mesas de Deriva, el pequeño bar en Neukölln que hace de sede al II Encuentro Hispanopoético en Berlín. Ella toma té porque los nervios le revuelven la panza. Yo tengo esa sensación de cuando trabajaba organizando eventos, el vértigo atemorizante y adictivo del momento previo: ya cumplimos con nuestras tareas en la to do list, ahora nos queda esperar a ver quién responde al llamado.
El II Encuentro Hispanopoético tuvo lugar el martes 29 de enero a las ocho de la noche. Fue una segunda edición; la primera fue en diciembre y la sala repleta de gente y los cupos de lectura llenos inspiraron a repetir la propuesta. No repetirla, porque cada encuentro propone un tema distinto: primero fue estar a la deriva, ahora es el ser migrantes. Son espacios de micrófono abierto organizados desde Pasajero del Muro donde todos están invitados a subirse al escenario. La sensación colectiva se repite en cada evento: hay una comunidad gigante de latinos ansiosos por escuchar y expresarse en español.
“Muchos que habían decidido esta vez solo escuchar, pero la próxima quizá, aceptaron la avalancha y se subieron a leer.”
Van llegando las personas y el bar se va llenando de distintos acentos y variantes del español. Che boludo, qué guay tío, pero ostia!, expresiones que no escuchaba hace mucho empiezan a ser la música de fondo. Algunos ya vienen preparados para anotarse a leer, otros nos aclaran que esta vez solo escuchar pero la próxima, quizás…
Cuando empieza el evento ya son las ocho y media, la sala está casi completa y tenemos una sensación adrenalínica que nos hace hablar rápido al micrófono: tenemos una lista con los ítems importantes a decir.
-Este evento no es para escritores profesionales sino para que todos compartamos nuestros pensamientos y sensaciones en español con otros hispanohablantes.
-Es más una clase abierta que un evento de presentación, y por eso proponemos una especie de juego al público: cada uno recibe un papel con lapicera, donde puede escribir mensajes y comentarios a los artistas. Feedback, ideas, palabras.
-Queremos construir un público activo, que esté escuchando atento a lo que las performances le despiertan, que busque entender qué le pasa al escuchar a cada poeta.
Son diez los que se anotan a leer y cada uno pasa a hacer su performance. Leen poesía, crónicas, narrativa, diarios íntimos. Algunos están hace años en Berlín, otros llegaron recién, o se están por ir. Hubo acento argentino, mexicano, español, chileno. Cada persona que está en la sala tiene su propia historia y su propia situación, pero hay dos cosas que nos unen a todos y que están presentes en todo el evento: el idioma y el ser migrantes.
Ninguno está en casa, al menos no en la que nacimos. Será por eso, pienso en los días de después, que se genera ese clima tan especial de living del hogar. Será por eso que, durante las dos horas que dura el evento, nos tratamos como si fuésemos una gran familia. Como si nos conociésemos de siempre. Se arma un safe place donde poder abrir los archivos de word, sacarles el polvo y pararse a leerlos frente a una sala llena. Pero llena de gente que escucha con intención de abrirse, de reaccionar y de recibir eso que cada uno quiere decir.
Las primeras veces siempre son traumáticas y por eso [creo] hay que crear espacios cómodos para animarse. Llegado el final quedan unos minutos de micrófono disponible, Deriva aún no nos echa y aprovechamos para atrevernos a invitar a todo el que, a último momento, decidiese tener un salto de fe y subir al escenario sin pensarlo dos veces. Fue espontáneo de ambas partes y se ve que algo salió bien, porque unas cuatro o cinco personas sintieron la chispa necesaria para saltar. Muchos que habían decidido esta vez solo escuchar, pero la próxima quizá, aceptaron la avalancha y se subieron a leer. Los aplausos y la calidez que recibieron de parte del público fueron recompensa suficiente, y esto no lo digo [solo] yo. Los mensajes de los primerizos en el escenario fueron inspiración en sí mismos: que gracias, que la confianza, que el amor, que el público, que la calidez de la situación. Qué placer me genera ver que la sensación fue colectiva.
“El encuentor hispanopoético no es para escritores profesionales sino para que todos compartamos nuestros pensamientos y sensaciones en español con otros hispanohablantes.”
Podría haber terminado ahí el evento pero mi compañera Alicia tuvo un impulso de creación que terminó de dar sentido a la noche: un aplauso y una voz “LA POESÍA ES LA IMPROVISACIÓN DE LO QUE EL ALMA DICTA”. Un aplauso y una voz que se fueron contagiando espontáneamente y donde lectores y público se terminaron de homogeneizar, cada quien lanzando al aire la poesía es dulce de leche, la poesía es esperar a alguien, la poesía es estar juntos.
El circuito cultural hispano en Berlín es gigante y está en expansión; este evento es un intento de saciar un poco de esa necesidad que tenemos de escuchar palabras en nuestro idioma. Queremos que la familia que nació siga creciendo y que podamos encontrarnos cada vez más a intercambiar, a escuchar, a recordarnos que no estamos solos: ni como migrantes, ni como hablantes del español. Somos muchos y tenemos los brazos abiertos.
Caminando a mi casa esa noche pensé: la poesía, al final, es estar todos juntos hablando de poesía.