Llegamos a Kladow, al suroeste de Berlín, un lugar en el que el encanto de pueblo y las impresionantes casas de campo se combinan con la naturaleza y el hermoso paisaje que nos regala el lago Havel. Kladow no solo está lleno de hermosos paisajes revestidos de una historia que se hace presente. Cualquiera que pasee por el pueblo descubrirá numerosos rasgos de sus más de 700 años de historia en Kladow y sus alrededores.
Landhausgarten Dr. Max Fraenkel
Desde el centro del pueblo se puede realizar un paseo por el Havel o pasear por los jardines Landhausgarten Dr. Max Fraenkel que fueron creados a finales del 1920 por el banquero Dr. Max Fraenkel.
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Él quería lograr un oasis en la entrada de la gran ciudad y, para ello, encargó al muy reconocido paisajista berlinés Erwin Barth. Así fue que se creó este paraíso, a la orilla del Havel con pequeños bosques, un arroyo artificial, árboles frutales y huertas. Hoy en día este jardín recibe a visitantes que disfrutan de perderse en la naturaleza, caminar entre las grosellas, descansar en las praderas y, por qué no, terminar el paseo con un Kaffee-Kuchen en la terraza de algún café con vista al lago.
Gutspark Neukladow
Seguimos nuestro recorrido y nos vamos hacia el norte de Kladow, donde nos encontramos con la finca de Neu-Kladow. Esta finca era antes una propiedad monástica que luego fue cedida a Anastasius Ludwig Mencken, el consejero de gabinete de Federico Guillermo III, allá por el 1800. El señor Mencken fue entonces el que mandó a construir la casa solariega que aún existe y fue aquí donde su hija, Luise Wilhelmine Mencken, madre de Otto von Bismarck, pasó parte de su infancia.
Desde 2006, la finca se utiliza también con fines culturales. Además de lecturas y conciertos, también se celebran exposiciones. A solo diez minutos a pie por el Imchenweg emprendemos el regreso hacia el centro de Kladow. Pero no termina aquí nuestro recorrido. Nuestra próxima parada es en Imchenplatz, en el puerto del pueblo. Desde aquí podemos tomar el ferri de la BVG hacia el Wansee y en el camino apreciar la isla Imchen.
Imchen
Foto: Florian Möllers
Esta isla, de 2.5 hectáreas, es muy curiosa por su gran población, pero no de personas, sino de diferentes especies de aves y otros animales que conviven en un hábitat totalmente natural y lleno de vegetación, declarada reserva natural en 1933. Las garzas reales y los cormoranes crían a sus pichones aquí, también podemos contemplar al raro milano negro y a la majestuosa águila de cola blanca reposar en los árboles altos de la isla. Además de las aves, en la isla habitan otros animales como castores, mapaches y jabalíes. Derk Ehlert, experto en animales salvajes, cuenta en una entrevista con el Tagesspiegel que los jabalíes son buenos nadadores, se cruzan a la isla para tener cría sin ser molestados, se quedan una o dos semanas y vuelven nadando a tierra. También la vegetación juega en rol importante aquí, como los nenúfares alrededor de la isla, los cuales quitan la velocidad a las olas y así protegen el hábitat. Una vez al año se realizan controles rutinarios para saber si hay alguna especie nueva habitando la isla y también para preservar los cañaverales que son importantes porque sirven como refugio para especies más pequeñas, como el somormujo lavanco y el martín pescador.
Muchas cosas suceden en esta isla, pero lo más importante es que las especies encuentran aquí un lugar para ellas, un lugar puro donde están protegidas, por eso el ingreso a turistas no está permitido y solo se la puede observar desde el puerto de Kladow o desde algún barco.