La historia de Karls Erdbeeren, comienza en 1921 al norte de Alemania en un pequeño pueblo en Mecklemburgo. Los profundos cambios que sufriría Alemania a lo largo del SXX producirían impactos profundos en la historia que este pequeño productor hasta convertirse en lo que es hoy. Su fundador, Karls Dahl comenzó como un productor agropecuario de diversas verduras las cuales proveía en distintos mercados de la ciudad de Rostock.
La Segunda Guerra Mundial obligaría a la familia Dahl a desplazarse a Holstein, donde fundaría una nueva granja. Este fue el primer giro que empujaría a los Dahl a lo que es hoy ya que allí, otra compañía conocida como Schwartau, (de gran reconocimiento en Alemania por sus mermeladas), se transformaría en el principal cliente haciendo que Dahl dedicara todos sus esfuerzos al cultivo de las fresas. Esto traería la expansión de la compañía bautizándola con el nombre que conocemos: Karls Erdbeeren.
Las simpáticas casetas de fresas de Karls
Las siguientes generaciones también se involucraron con el desarrollo de la compañía y seguirían el mismo camino que Dahl. Karl-Heinz, hijo del fundador, y Ulrike y Robert, nietos del fundador, disfrutaban de la vida en la granja.
Ulrike trajo de su intercambio de estudiantes en Inglaterra la idea de montar puestos para vender fresas en las calles y pocos días después de la propuesta, un puesto en forma de fresa, con color rojo y verde se ubicaba en la granja de Warnsdorf. Al que le seguirían quince más.
Esta idea sería un factor clave para el levantamiento de la empresa tras la caída del muro en Berlín en 1989 y el fin de la República Democrática de Alemania. Hasta el momento la libre circulación de productos entre países era muy limitada y la competencia muy baja, pero tras el fin de la dictadura de la DDR las fronteras alemanas se abrieron, permitiendo la libre circulación de personas y también el libre mercado obligándolos a competir con productos de menor precio.
Karls en números
Bajo el deseo de Karls-Heinz, su hijo, y actual director de la empresa, Robert Dahl, retomaría los inicios de la empresa en el norte de Alemania. Concretamente restaurando la granja de Mecklemburgo, en 1992. A pesar del nuevo inicio, algo se mantendría en común con el pasado: las casetas con forma de fresa y vivos colores rojos y verdes, y campos de fresas propios. Además esta nueva etapa llegaría con varios añadidos como un pueblo de aventuras, donde cabe la posibilidad de disfrutar en familia de la colecta de fresas, en su restaurante o en un pequeño parque de diversiones para los niños en las inmediaciones donde las fresas son cultivadas.
A diferencia de otras marcas que podemos encontrar en un supermercado común, la empresa de la familia Dahl es su propia comercializadora de fresas, produciendo 8.000 toneladas al año y caracterizada por sus cultivos ecológicos y respetuosos con el medio ambiente. Para ello, utilizan diversos insectos, y así controlar las plagas, como mariquitas que comen los pulgones, o las abejas que polinizan las flores de fresa y ayudan a la cosecha. Evitando también de este modo modo el uso de fitosanitarios.
El sistema de regadío de los ampos de fresas se caracteriza por ser una cuenca en la que se acumula agua de la lluvia y se reparte subterraneamente. El proceso de crecimiento del producto es lento al desarrollarse en unos tres meses. Además es de origen regional al prodecer únicamente del norte de Meckleburgo y de temporada porque solo se encuentran cuatro meses al año. La venta es exclusiva en las 450 casetas situadas en distintos puntos de Alemania.