¡Ha llegado carta! Una vieja expresión que a muchos nos lleva al pasado y que más allá de lo sintética que pueda ser, siempre será una gran frase. Un sinónimo de ilusión, esperanza e incertidumbre, incluso de buenas noticias. La carta física y todo lo que gira en torno a este proceso comunicacional es una instancia que ha ido desapareciendo poco a poco con la llegada de la inmediatez y de las tecnologías. El rito de escribir una carta, escribir borradores, definir la carta final, después elegir el papel y tinta, el sobre y todo lo que podemos incluir -hoy adjuntar- dentro de él. Por su puesto que además el uso del papel va en retirada, de eso no cabe duda, por motivos diversos como lo poco amigable con el medio ambiente, no es práctico, se almacena, es lento y poco eficiente en relación a los servicios digitales. Pero cuando hablamos desde el arte o construimos ideas desde el mundo creativo, la inmediatez o la eficiencia no son precisamente las prioridades. El eje principal, la línea argumental las define el artista desde su visión estética y conceptual, podría incluso aventurarme a declarar que los procesos son los cimientos de la congruencia artística. Ser consecuente con lo que se declara y atenerse a las consecuencias del viaje de desarrollo para así, a veces, solo mostrar la punta del iceberg en el resultado final de la obra artística.
En relación al tiempo y a los procesos, me vi nuevamente en ese momento de alegría donde – ¡Ha llegado Carta! – momento de máxima dicha. Y que alegría que esta vez llegó a mi buzón en Berlín una carta desde Chile. Una carta con una invitación a participar de un proyecto como parte un engranaje de un amplio proceso colectivo que invita a personas de todo el mundo. Proyecto Carta es el nombre del proyecto, iniciativa que fue fundada por Ediciones Fragmento, conformado por María Jesús Vela (1984), diseñadora gráfica que se mueve entre el relato y la imagen desde lo editorial. Ignacio Barceló (1986), filosofo que emigró a la tierra de las artes visuales donde dibuja, colorea y juega con el pensamiento. Y Bárbara Aguirre (1978), arquitecta que a través del arte experimenta la vida en los materiales. Se trata de tres fragmentos chilenos que vienen de mundos distintos y que convergen en el papel como una oportunidad para construir una estética que juega con la sumatoria de realidades culturales. El objetivo del Proyecto Carta es conectar, es recurrir a lo postal, no al postear la imagen y el texto. Compartir a través del ejercicio del encuentro con el papel, una invitación a recibir un objeto que ha sido diseñado y ha acumulado una experiencia en el mundo físico, el papel en su mas amplia gama; desde el boleto del bus, pasando por un recorte de un libro, hasta una estampilla de los tiempos de la RDA. Así tocarlo, olerlo, manipularlo para generar una respuesta que será parte de un resultado mayor. De esa manera ir conversando y construyendo al ritmo del papel, del cartero, del sobre y el buzón.
La invitación consta de un manifiesto y una tarjeta de instrucciones. El manifiesto es un papel impreso en papel de periódico con imágenes y textos en modo collage donde se exponen ideas referentes al proyecto, como son cultivar los lazos de creación, dedicarle atención a lo que está fuera de las pantallas táctiles y algo que personalmente es mi punto favorito: escuchar lo que aparece en el silencio de los dedos tocando el papel. Todo esto sin dejar una claridad absoluta en sus postulados. La idea es que quien reciba la invitación, pueda tener la libertad suficiente para asumir el desafío con la flexibilidad que quiera: leer el manifiesto por todos lados y actuar. La acción es libre y la papelería a recopilar se puede intervenir desde la acción concreta, como es cortarla, dibujar, rayar, quemarla, doblarla o acciones más simbólicas como leerle un poema, exponerla a situaciones como si fuesen objetos vivos, bailar encima y si se desea, registrar lo registrable y compartir el proceso con los fundadores del proyecto. Después de este proceso, se envía la carta a una casilla postal en Santiago de Chile. Cuando las cartas a lleguen a Chile, enviadas por los artistas colaboradores desde sus respectivos países como Japón, Argentina, Alemania, Holanda, España, Australia, Estados Unidos; Ediciones Fragmento va a trabajar con el material que cada uno de sus invitados comenzó a intervenir y a seleccionar previamente, de esa manera clasificando y fragmentando irán descubriendo un hilo conductor que marque la línea temática que guiará el primer trabajo colectivo de Proyecto Carta. Después del primer ejercicio, Ediciones Fragmento tiene dentro de sus planes hacer un llamado abierto para abrir la convocatoria de manera pública, noticia que será comunicada oportunamente por Lado Berlín.
Proyecto Carta es un golpe al ego de la tecnología, es entender que no hay que buscar la inmediatez en todo ámbito, porque cuando todo es instantáneo las experiencias de aprendizaje son tan inmediatas como fugaces y no alcanzan a fijarse en nuestras mentes y menos en nuestras almas. Proyecto Carta nos invita a volver a esas velocidades de antaño que alguna vez permitieron soñar otros mundos, desarrollar la paciencia y la templanza, recolectar pequeños tesoros que aparecen en nuestra cotidianidad, agregarles valor y compartirlos con entrega y confianza. Con la inseguridad que significa meter una carta al buzón y esperar semanas. Asimismo es depender de la única certeza que nos queda, la voluntad humana de querer compartir algo valioso con personas valiosas.