Poesía Permutante
ANTES, DESPUÉS
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio
Julio Cortázar. Último Round.
Caminaba a favor del viento por el sendero, todo seco y con arbustos en las sierras del norte. Salvaje y alto. Instintivamente supe que él venía del otro lado. No había llovido en un tiempo y claro, el aire cortaba la piel como cardos afilados. Había un puente que cruzar hacia adelante y ni un alma a la vista, todo era desierto. Era chiquito y angosto el cruce, con barandas a los dos lados, y justo al final, el camino doblaba hacia la izquierda. No se podía ver más que unos pocos metros después de cruzarlo y enseguida el sendero giraba de nuevo hundiéndose en la montaña. De alguna manera podía sentirlo venir, caminando lento y pesado, con los omóplatos zigzagueándole en la espalda. Así también sin verlo; supe que su color era el mismo que el de la tierra, amarillo sucio como el camino, había que mirar con cuidado. Como torpe medida de precaución, ya que mis pulmones peleaban todavía con el aire liviano, decidí apurar un poco el tranco. Creo que lo conocía de antes de llegar a verlo, bien al final de su lado del puente. Intuí los bigotes flameando en el viento – ya podía olerme desde hacía un trecho. Sabía que iba a aparecer en unos segundos, pero preferí apurar el trámite, que igual, ya estaba hecho. En ese momento me confundía un poco mi mezcla de excitación y angustia, y la vista se me volvió turbia pero enfocada; como la lente vieja de la mira del rifle del abuelo. Podía oír mi corazón bombeando, y me plagaban las dudas acerca de sus intenciones, pensamientos disparados al unísono hacia miles de rincones. Tampoco sabía bien cual era mi juego. Mi garganta se puso áspera y seca, solo en el lado de arriba, como cuando me concentro demasiado y me olvido de respirar por un tiempo. Lo único que se me ocurrió hacer fue esperar, así que me paré en mi lado del puente y contuve el aliento. Sentí mis palpitaciones crecer hasta llegar a un alto, y me di cuenta de que ya no entraba aire en mi pecho. Antes de caer al suelo, me arrodillé en una piedra y lo esperé un minuto más, no podía irme sin conocerlo. Al fin llegó y por lo menos pudimos vernos. Nos miramos atentamente por un momento, en un estudio detallado de intenciones mutuas, con los ojos lívidos, pero ya sin tiempo.
Carolina Folmer
Carolina Folmer. Música y poeta argentina con estudios en usa, reside en Berlín desde 2016. Ganadora del primer premio del festival Poesía en Abril 2015. Ha presentado su trabajo en Vocalo – Chicago Public Media, The Poetry Foundation y Printer’s Row Lit Fest. Ha sido publicada en Toda la Luz, Erato, 2015; revista Contratiempo, 05.2015; Del sur al Norte: narrativa y poesía de autores andinos, el Beisman Press, 2017. Carolina además ha trabajado con la representación de las dualidades de la experiencia inmigrante; de lenguajes y culturas que se entrelazan y superponen; a través de la ejecución simultánea de poesía bilingüe y loopings de música en vivo.