Estaba eufórica. No paraba de hablar un minuto siquiera. Además, después de cinco meses de convivencia, podía percibir una cierta dosis de ansiedad.
– Pienso que vas a gustar de mi familia. Mi padre es un tanto conservador, le vas a parecer muy moderno, incluso arrojado, pero después del primer contacto, él va a percibir lo cuan económico eres. Y eso, para él, es fundamental.
Cien kilómetros por hora.
– Vamos a ver si te portas de acuerdo. En la ciudad es una cosa, allá en la villa es bien diferente…
Pensé en empezar una sesión de “porqués”, pero ella intervino:
– Mi madre es de opinión de que quien se preocupa con la apariencia, no tiene interior. Solo quiero ver su cara cundo percibir lo cuanto eres receptivo…
Yo ya había pasado por el cribo de su hermano. No imaginas lo cuan celoso es. Cuando salimos juntos, es él quien comanda. Fija el pié en el acelerador, frena repentinamente, bocina, emite palabrones, voltea, y yo, quietito. Al final, cuñado es para esas cosas.
Verifica el velocímetro. Exasperara. Los buracos del asfalto emergen intensos y profundos. Surge la luna.
– Las auto-estradas de Europa son bien mejores…
Estaba tan bonita… Súbitamente cierra los dientes. Aíslame por algunos instantes. Retorna.
– Desvié de una liebre. Tuve de trocar el neumático!
Esa su manía de demostrar independencia me fascinaba. Confeso que fue amor a primera vista. Para no omitir, fue al primer toque y, sinceramente, pienso que el seducido fui yo. Desde aquella mañana lluviosa nos vemos diariamente. Ella es un tanto inconstante. Va al ensayo – quiere ser actriz, y yo aguardo al relente, sereno en la cara, frio por el cuerpo todo. Alega que, si yo estoy cerca, no se concentra. Cuando sale con las amigas, tomar un helado o una cerveza, dice que el tema es de mujeres, y yo casi derrito en el sol. ¡Y por ella!
– Te voy a mostrar tantos lugares. Las vacas que ordeñé, el arroyo en que pesqué, los árboles fructíferos, las tapias.
La sentía tan próxima. Encajábamos perfectamente.
– Eres tan macío…
Deslizábamos bajo los árboles, donde pájaros trinaban sinfonías, y del sol emanaban los primeros rayos. Inicia un frenesí. Ella treme, yo trepido. Enmarañados, apercebímonos del cascajo.
– Ahora solo más treinta y cinco kilómetros en camino de tierra y llegaremos a Alto Bela Vista.
Me quedé preocupado. Todo aquel polvo. Yo no podría decepcionar. Ella prometiera un “check-up”, pero es tan ocupada…
Finalmente surge un cementerio, la escuela, el salón de baile, la iglesia en estilo gótico, una estatua de azada en la mano, atravesamos un riacho y paramos en frente a una vasta casa de madera.
– Papá, mamá, este es mi coche nuevo!
Soeli Tiegs
Graduada en Letras – Portugués e Inglés y respectivas Literaturas (UFPR), ejerció las funciones de secretaria ejecutiva y supervisión de marketing en distintas multinacionales. Actualmente se desempeña como consultora de Marketing en Impextraco Latin America.
Obtuvo méritos en prosa y poesía, en bibliotecas e universidades de Brasil, Argentina, Ecuador, España y Uruguay.