Crónica de un Legado
Es difícil para mí empezar a escribir este relato, y no es solo un modismo para abrir un texto. Me toca escribir del amor en una dimensión en la que nunca lo hice. Soy casado y espero un hijo hace un mes y medio. Conocí el amor y ame de varias maneras, pero esta en particular, me cuesta pensarla o catalogarla. Solo tengo el recuerdo de haberlo sentido. Quizás alguna mañana tomando un mate mientras mis ojos se pierden en algún punto fijo, algún nuevo paso, logro o conquista. Ese instante en el que por un segundo podes frenar la euforia, entrecerrar los ojos, y volver a sentirlo. Es obligación que estas palabras se dividan en dos. Dos momentos. Dos personas. Quizás llegues a entenderme o al menos un poco. Quizás no. Sin ánimo de ofender pero me importa poco. Necesite sacarlo durante mucho tiempo.
La Madre
Pasaron 11 años desde que la conocí. No puedo ni siquiera intentar describírtela en detalle, porque no me alcanzarían las hojas. Solo puedo hacerte una breve reseña, para que no me creas tonto al ver mis reacciones. Yo era menor, tendría 16 años, pero igual puedo saber con certeza que era una mujer que estaba segura de lo que hacía en su vida. Hoy en día puedo entender que transitaban algunos de los años más difíciles que nos iba a tocar vivir como país, y ella elegía enseñarnos. Ahora entiendo que nunca lo hizo por dinero, ni por mantener su mente ocupada. Razones para rendirse y elegir un camino más fácil sobraban por eso días. Sus ojos transmitían sentimientos de varias formas. Para mí, sus clases tenían dos características que las convertían en únicas. Una de ellas era que sus vivencias y maneras de entender la realidad complementaban cualquier libro de guía. La otra, y la más impresionante era su mirada. Sus ojos eran hermosos es cierto, pero no era eso lo que me fascinaba. Podía transmitir sin hablar la alegría más profunda y la decepción en su faceta más cruda. Viví ambas. Momentos en los que se preguntaba si algo de lo que estaba transmitiendo tenía sentido, o si lográbamos entender, y su mirada me hacía esa misma pregunta desde lejos. Sus ojos escondían un dolor que en ese entonces no tenía respuesta para mí. Creo que era la inquietud de esa misma pregunta. ¿Cuánto valían la pena los esfuerzos en ese entonces? Aprendí a pensar la vida en su manera de mirarme. Cada ideal, sueño, análisis, conocimiento, tiene raíz en esa mirada. Mi confesión; si tan solo pudiera mirarla aunque fuera unos segundos, me sentiría un poco más completo.
Era día de exposición de arte en el viejo Colegio Echeverría y te aburriría de contarte con detalle el transcurso del día, pero voy a contarte el final. Mi instalación era grande y me sirvió de excusa para quedarme hasta el último minuto junto a los docentes y poder escuchar sus críticas o sentir la satisfacción que producía su contento al verme colaborando y reconocerme. Había sido cansador y eso era cierto.
-Qué bueno que esta todo esto aunque cueste tanto esfuerzo- Dije a un compañero entre desarmar y cruzar miradas. Eso pareció hacerla reaccionar, y reconocí esa mirada de alegría, aunque esta vez no entendía bien porque.
-Repetí eso que dijiste- dijo mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa, y agrego- ¡¡Escuchen!!
Lo repetí, pero las demás personas no parecieron entender lo que sea que había interpretado ella. A decir verdad tampoco yo entendí. Si hago un esfuerzo para verlo a través de esos ojos, puedo llegar a entender que en esa última mirada estaba la sensación de estar dejando un legado. Que quizás en algún momento, esos esfuerzos valían la pena.
La Hija
La hija. Alguna otra parte de ese legado. Me la presentaron un Marzo del año 2002. Lo más concreto que puedo decirte de ella es que tenía Fuerza. Era joven y su don era descubrir el Arte y poder explotarlo. Desde el primer día lo supe bien. Estaba enamorado de esa persona. Quiero que entiendas, sabía bien que no existía la más remota chance de poder estar con ella en ningún sentido. Pero también sabía bien que iba a aprovechar cada segundo al lado de ella, asistir a cada clase, y enlistarme en cualquier actividad que fuera promovida por ella. Estaba también en sus ojos marrones, esa misma mirada. El Arte me encanta, fue siempre así, pero ella lo hacía más increíble. Le daba sentido.
Recuerdo sus retos, su amor por la belleza pura, las charlas sobre su vieja guitarra Ovation, y lo más débil, su mirada.
Yo estaba parado envuelto en un telón color rojo viejo que olía al pasar de los años. Colgaba una guitarra con cuerdas de Nylon y no lograba dejar de transpirar. Junto a un amigo habíamos preparado una canción que se llamaba “El país de la Libertad”, en su clase. Cuando estábamos por salir, la busque en medio de la gente que nos rodeaba y entonces… PUFF!
Recibí un seco cachetazo y cuando pude componer mi rostro ahí estaba su mirada. Solo me dijo:
-Mierda- Seria y concentrada en que el plan funcione según lo planeado.
Lleve mi mano a mi mejilla y camine hacia adelante.
Es curioso que con los años tuve que soportar dolor y caminar hacia adelante, y siempre, tuve la misma sensación. La escucho decir; No hay que pensarla macho, caminá para adelante. Me enseñó que era mejor caminar rengo que morir completo, pero quieto. Esa fue su parte del Legado.
Este relato no tiene dedicatoria porque en sí mismo intenta reflejar una suerte de encuentro en el que solo yo fui el enriquecido. Y aun hoy, mientras estoy sentado en mi escritorio, puedo llevar mi mano al pecho, apretar fuerte cerca del corazón, y sentir que todavía, todavía las amo.
En memoria de Graciela Cingolani y su hija Cecilia – Esteban Zappoli.
Esteban Zappoli
Mi nombre es Esteban Zappoli y tengo 32 años. Soy Argentino nacido y residente. En pareja con Laura y Padre de Lolo fruto del amor que nos une día a día. Durante 8 años sufrí de Depresión y hace 2 comencé un proceso para curarme a través de conocer mis sueños, trabajar para lograrlos, y poco a poco reencontrarme conmigo mismo. Hoy escribo, dibujo, canto y me dedico al arte audiovisual. Trabajo para que mi vida inspire a otras personas a vivir el mismo cambio emocional y una vida sana, en momentos donde la depresión es una pandemia.