EL ALARGUE
Parece…que no hubiera penas parece
Parece – Jaime Roos
Golpeé tres veces la puerta y Cárdenas abrió dejando ver al fondo a una mujer de pelo negro y corto. Se la veía en muy mal estado y la ropa deportiva no le hacía ninguna justicia a la belleza que, a pesar de todo, se podía aún apreciar.
Miré a Cárdenas y me acercó a la mesa del living para que me sentara en la silla frente a ella. Un frío me recorrió por la espalda. Algo no estaba bien. ¿Por qué conocía a esta mujer?
-Jones, quiero presentarte a Amanda.
-Mucho gusto.
Tres, dos, uno.
-¿Perdón? –me levanté y quedé clavado en mi lugar.
-Calmate y dejame que te explique –dijo Cárdenas moviendo el brazo derecho con la mano derecha abierta hacia arriba y abajo.
Ella sólo miraba el piso.
Cárdenas intentó hacer lo imposible para explicarme lo que ella le había contado y yo por seguirlo teniendo que vencer el cansancio y la borrachera.
-Pero no tiene sentido –instigué en mi primera respuesta- ¿Por qué no le pegaron un balazo antes y listo?
-¡Boludo! –me retó Cárdenas con la mirada intentando disimular. Pero Amanda ya se había retraído aún más.
Me senté e intenté pensar en todo esto a pesar del mareo y el cansancio. Cerré los ojos para bajar la ansiedad.
-¿Te traigo un café? –me preguntó Cárdenas.
-Por favor.
-¿Y para vos una lágrima?–dijo dirigiéndose a Amanda.
-Gracias –dijo ella con una sonrisa recordando su tiempo juntos y una época quizá más simple y tierna mientras él caminaba hacia la cocina.
Abrí los ojos concentrado en Amanda, ese pobre animal indefenso en la esquina del sillón cabizbaja con las manos contra el pecho. Algo me molestaba de toda esta situación, algo que no encajaba bien en toda esta historieta y más me incomodaba porque no sabía qué era.
Quería sacármelo de adentro y exponerlo en voz alta pero lo poco de sentido común que aún me quedaba me contuvo de compartirlo entre los tres. No me faltaba confianza suficiente con Cárdenas como para hacerlo pero él parecía en estar en otro estado, como si la reencarnación de Amanda lo hubiera devuelto a la vida a él también. A pesar de todo lo que había pasado aún tenía el corazón tibio.
-Su café –nos dijo a ambos cuando volvió.
Cárdenas se sentó al lado de Amanda en el sillón, puso su mano en su muslo y la acarició un rato mientras ambos tomábamos el café. Cuando creyó que había pasado un tiempo prudencial, Cárdenas le estrujó cariñosamente la pierna a Amanda.
-Mostrale –dijo cabeceando hacia a mí.
Amanda dejó la taza sobre la mesa y de adentro del buzo de Midfields que llevaba puesto, sacó un sobre que contenía una foto de tamaño A4 en blanco y negro.
-Mirá -dijo Cárdenas mientras ella me la alcanzaba.
Dejé la taza sobre la mesa y la acerqué a mi cara con ambas manos intentando descifrar la escena. En ella se veían un grupo de personas desde la platea de un estadio tomada con un lente a larga distancia desde abajo hacia arriba.
-Pará, pará, pará… -dije varias veces buscando entender el cuadro mientras movía mi mano extendida de arriba hacia abajo- Este es el Bebu Velasco pero no sé quiénes son los otros dos.
-Grandío, el presidente de Midfields –contestó Cárdenas señalando con el dedo- y este otro infeliz es Raúl Vega. Este sorete es el que está encargado de los servicios de seguridad que la policía presta en los partidos
-Seguramente no sea la primera vez que juntan a discutir sus negocios. No se habla, no se publica pero pasa todos los días –dije sin mucho asombro.
-No estás viendo la imagen completa, Jones –replicó Cárdenas. Fijate la fecha de esta foto.
Abajo a la derecha figuraba que la fotografía había sido tomada dos semanas antes.
-¿Y?
-Ese día, Jones, fue el último partido que Midfields había jugado de local antes de entrar definitivamente en la promoción. Ahí fue donde el Bebu se juntó con Grandío y Vega para pedir más plata para la barra y que si no se la daban, él los iba a exponer a todos.
-¿Y vos cómo sabés esto?
-Es lo que me dijo Armenteros.
-¿Armenteros está hablando con vos de nuevo?
-Lo vi el miércoles y me dijo esto mismo. Yo no le creí ni medio pero ahora con esta foto que sacó Amanda todo tiene sentido. Por eso la están persiguiendo a ella y sacaron del juego al Bebu.
-¿Y por qué un tipo como Armenteros te va a estar ayudando a vos? Esa sabandija siempre tiene una razón para hacer las cosas y no te la va mostrar–dije mirando la fotografía con detenimiento aprovechando el lapso de cafeína.
-Qué se yo, Jones. Porque de repente tuvo un arranque de honestidad o es una buena historia que lo pueda hacer despegar en su carrera…
-O porque quedó atrapado en el fuego cruzado –corté levantando la mirada.
-No me parece.
-Miralo –le dije entregándole la fotografía.
-¿A quién? ¿A este? Es un custodio de la seccional.
-No, Cárdenas. Acá donde te estoy mostrando con el dedo ¿Qué hace Armenteros sentado atrás entre el Bebu y Vega?
Amanda me miró con los ojos bien abiertos. Cárdenas se me acercó para verlo de cerca.
-Es verdad. A él también lo deben de estar siguiendo entonces.
-O está metido en el baile. Ernesto, esto hace agua por todos lados. Los dos conocemos bien a esta rata. Te está usando. Ya pasó antes y un hombre terminó muerto.
-No digás giladas. No está metido en nada. Los de la SIDE estaban ahí en Tolón cuando me encontré con él la primera vez el miércoles. Claramente lo querían controlar.
-No tiene nada que ver. Y ya te dije que me cuesta trabajo creer que esos tipos eran del Servicio de Inteligencia.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Que seguís acá. Vos, ella y yo.
-Yo conozco a esta gente, Jones. No me voy a confundir con algo así. Además, me nombraron a mi viejo en un momento, eso no lo sabe mucha gente –sentenció creyendo que tenía sentido lo que decía, como muchos que están ebrios o enamorados, o lo que es peor, ambas.
-Bueno, no importa- dije para cortarla- ¿Qué querés hacer entonces?
-Mirá, por lo pronto, hay una persona que se está haciendo pasar por Amanda en la morgue. Además, está el cuerpo de Tesone cuyo informe no coincide con la versión de el Maxi y el cuerpo lo trasladan este lunes al mediodía.
-Pará un cachito porque me parece que no te estoy siguiendo ¿Vos estás sugiriendo que nos metamos en una morgue judicial custodiada por canas, nos infiltremos en un cuarto lleno de cadáveres, revisemos cada cámara hasta encontrar a estos dos y los examinemos con nuestros nulos conocimientos de medicina forense esperando encontrar algo que nos ilumine?
-No. Pero me gusta esa idea.
-Vos me tenés que estar cargando ¿Cuándo querés hacer eso? ¿Ahora?
-No.
-Menos mal… -dije suspirando.
-Terminate tu café y vamos.
-No, hermano. Perdón pero no. Sabés que te acompaño hasta el final, pero ni vos ni yo estamos en condiciones de dar siquiera dos pasos.
-Ernesto, tiene razón –intervino Amanda prendida del brazo de Cárdenas- además, ya es muy tarde, hace frío y… no quiero estar sola.
-Tiene razón –dije- mañana lo hacemos. Descansemos por ahora.
Cárdenas, que nunca había dejado de mirar a Amanda, la tomó del mentón y le dio un beso en pómulo con un cariño que nunca le había visto para con nadie.
-Está bien –dijo al cabo de unos pocos segundos- Jones, tirate en el sillón, no te vas a ir a tu casa ahora.
-No pasa nada, me pido un taxi…
-Jones, te quedás en el sillón. Ahora vengo con las sábanas.
Antes de que terminara de incorporarse, Amanda lo interrumpió tímidamente.
-¿Me puedo bañar Ernesto? Hace días que estoy así.
-Por supuesto, tenés toallas limpias en el baño.
Cárdenas y Amanda salieron a la par del living. Escuché como la ducha se encendía opacada por el cierre de la puerta. Mis ojos estaban clavados en la mesa con las tazas de café, la fotografía y el aroma particular que Amanda desprendía.
Había algo más que no me animaba a decirle a Cárdenas. Amanda… era como si la hubiera visto no hacía mucho tiempo. La tenía presente en mi cabeza.
Esta idea se fue desvaneciendo de a poco hasta dormir profundamente gracias al cansancio y la borrachera. De no haber sido así, hubiera escuchado a estos dos amarse con angustia desde la habitación.
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