Parece mentira, pero no hubo muertos. Tampoco heridos, pero muertos ni uno. Uno no quiere que la gente ande muriendo así porque sí, pero después de semejante despliegue lo último que se espera es que se salven todos. En todas las situaciones caóticas a este nivel siempre alguien saca el número ganador en el sorteo con la parca. No es que no lo hayan intentado o que no se hayan presentado las oportunidades, pero en ese tema de las precisiones y las punterías, particularmente en este caso no hubo pericia en absoluto. Una vez finalizada la trifulca, al hacer el resumen de las trayectorias de los proyectiles, las curvas lanzadas de las navajas y los recorridos de las patadas, nos damos cuenta que no quedó superficie virgen. En algún momento preciso y particular, por cada centímetro de atmósfera de los trescientos metros cuadrados donde sucedió todo, algún elemento letal circuló con intenciones dañinas. Que ningún arma se haya encontrado con un ser vivo durante los siete minutos que duró todo, es un misterio sin explicación. Si se piensa en términos estadísticos había noventa por ciento más de posibilidades de acertar que de fallar, pero fallaron igual. Hubo tantos intentos y estocadas traicioneras que en dos oportunidades un arma saboteó el plan de otra. Por ejemplo, en uno de los casos una daga lanzada hacia adelante desvió una bala que intentaba acertar en otro blanco. También sucedió que una patada voladora ejecutada hacia un desprevenido, en su recorrido, se encargó de desviar un palazo que tenía planes letales.
La situación es extraña incluso para los oficiales experimentados Quiroga y Stagliano (acostumbrados a presenciar tales combates), que estudian el video extraído del domo ubicado en lo alto del palo de iluminación. Han sido testigos de infinidad de enfrentamientos de bandas, que se disputan terrenos, poder, dinero y reputaciones, pero nunca sucedió lo que ven en el monitor. En todos los casos similares lo que abundan son los heridos y los muertos, pero aquí no hubo nada de nada. El video es en blanco y negro y sin sonido. Al principio están todos juntos, hablando civilizadamente en el terreno baldío sobre la esquina que allí existe. Luego, sin mediar aviso y tan de repente como un estornudo, dos de los contendientes toman la posición de guardia y se invitan a pelear. Lo que sigue es un capoeira delictivo, una danza de mafias donde da la sensación que lo único importante es no tener contacto con el oponente. Pareciera que los movimientos son coreografiados, calculados al milímetro: la cabeza se retira exactamente en el instante en que avanza el puño o el delincuente se agacha mientras el ataque pasa centímetros por encima de su humanidad. De pronto Stagliano señala un rincón de la pantalla, lejos de los pendencieros. La imagen al principio no es clara, entonces hace un acercamiento con el zoom. Se queda con la boca abierta mientras con la yema del dedo índice golpetea reiteradamente sobre una sombra que se mueve. Quiroga se pone de pie y acerca la cara a la pantalla, como si hiciera un zoom analógico. Primero lo mira a Stagliano y luego mira la pantalla.
“¿Qué ves ahí?”, le pregunta sin parpadear. Stagliano sigue observando al ente que se encuentra en el rincón, sentado con la espalda en la pared. Lleva una capa con capucha oscura que no permite verle la cara, si es que realmente la tiene. Sobre sus piernas lleva una especie de recipiente. Stagliano toca un botón del teclado y la imagen queda congelada. Allí le señala a Quiroga la mano blanca y huesuda que sale de la túnica y se sumerge en el recipiente que tiene encima. “Deben ser guantes blancos”, dice Quiroga poco convencido. “Otra cosa no puede ser”, agrega para no sentirse mal. Stagliano vuelve a dejar correr la cinta. La mano blanca y delgada retira del recipiente algún producto y se lo lleva a la boca. En realidad, eso no lo puede ver porque dentro de la capucha hay negrura, pero lo intuye. Ambos se dan cuenta que la silueta oscura está comiendo el contenido del cubo. Quiroga aclara “Parece un balde de pochoclo”, y luego se ríe, como si fuera imposible. Stagliano primero afirma con la cabeza y luego lo dice “Está comiendo pochoclo…está disfrutando del espectáculo”. “No, imposible, no puede ser”, dice Quiroga, pero no lo dice convencido. Stagliano vuelve a detener la imagen y le señala a Quiroga la pared de al lado. Allí, apoyada, se encuentra una hoz o alguna herramienta similar. “Ahí tenes la explicación, si es que le podemos decir así”, habla Stagliano con voz tenue.
“¿Me estás diciendo que no hubo ni un muerto porque la parca prefirió, en lugar de hacer su trabajo, ponerse a observarlo como si fuera un espectáculo?”, preguntó incrédulo Quiroga. “¿Se te ocurre una conclusión superadora? ¿Podes explicarme criteriosamente que se choquen dos bandas y no haya absolutamente ninguna víctima?” pregunta Stagliano rápidamente.
“Que se yo. Por ahí estoy diciendo cualquier cosa, pero no se me ocurre nada mejor. Dos bandas que llegan, se trenzan durante siete minutos y luego se retiran sin una gota de sangre. No hay testigos, no hay víctimas y si lo pensas bien, casi ni hay delito. En ese rincón hay un “alguien” con mano esquelética, comiendo algo y de repente no está más ahí. ¿Qué te importa si la muerte tuvo ganas de tomarse un descanso y divertirse un poco?”, dice Stagliano con ganas de almorzar. Quiroga intenta dar su última opinión, pero no le sale nada y levanta los hombros. “Dale, vamos a comprar algo para comer, después se llena el bar”, dice Quiroga, saliendo. “¿Te gusta que te estén controlando tu trabajo? Entonces no te metas en el de los demás”, dice Stagliano, y luego presiona la tecla “delete”, eliminando así el video del disco rígido de la máquina.
Sergio Gustavo Simionato
Sergio Simionato es multifacético. Futbolista profesional, Comentarista Deportivo en radio, Director Técnico infantil, Nadador Federado y Contador Público. Del 2007 al 2011 fue director y escritor de la revista literaria deportiva VX+ (Vamos Por Más). Integró más de 35 antologías y co-escribió el libro “Amistad, Futbol y Compromiso”. Obtuvo 63 distinciones en certámenes, 46 internacionales. Lo que realmente lo enorgullece es su familia y ver crecer a su hijo. Lo más destacado a nivel Certámenes:
- Primer Puesto en Concurso Literario “Barracas al Sud” 2017 (Argentina).
- Mención especial en VI Concurso de Relatos Cortos Libre Mente 2017 (España).
- Ganador XI Certamen de Cuento y Poesía Alejandro Vignati 2018 (Argentina).
- Ganador 6º Concurso Nac. de Literatura “María Elena Walsh” 2018 (Argentina).
- Mención Especial en II Certamen Relato Corto Deportivo CVMF 2018 (España).
- Ganador en Concurso Literario Tecnocuento Fundación Weiba 2019. (Argentina).
- Primer premio en Concurso Literario “Cuéntame Naturaleza” – Museo de Historia Natural Valparaíso 2019 (Chile).
- Jurado del I Certamen Internacional de Soneto en Honor al Club San Lorenzo de Almagro.