Elena le temía al compromiso, no quería casarse y mucho menos tener hijos, pero sí, mucho sexo. A ella le gustaba ver películas románticas e imaginarse ser la protagonista de sus historias favoritas de amor.
En persona Elena era introvertida, pero en las redes sociales era una excelente conversadora. Tal vez en el mundo cibernético mostraba su verdadero yo. Su foto de perfil en la aplicación de tinder era de hace diez años. Actualmente lucía un poco descuidada, había subido de peso, algo normal con la edad. Pero aun así seguía manteniendo ese aire de sensualidad, típico de las cuarentonas.
La aplicación era fácil, desliza. Haz match. Chatea. Desliza a la derecha cuando una persona te gusta y a la izquierda cuando no te gusta. Nada del otro mundo. Si le interesas a alguien hará match contigo, de lo contrario, no tienes que perder el tiempo. Hay una oferta increíble de personas que buscan diversión en las redes.
En ese tiempo tinder era la aplicación más famosa de todo el mundo para conocer gente. Conocida también como la aplicación más candente del momento. Una vez que entras a ella, te vuelves adicto a su practicidad, sin complicaciones, sin estrés, sin rechazo, la única condición es no ser tímido y deslizar.
La vida siempre es mejor cuantas más opciones tengas, (esto último es publicidad de la aplicación, aclaro por cualquier demanda de derechos a la frase en un futuro)
Elena era nueva en eso, y revisó el catálogo de hombres guapos.
(¿Por qué están en tinder, si están así de hermosos? esta pregunta la formulo yo, la narradora de la historia)
Elena deslizó a la derecha a las fotografías de más de cincuenta hombres, el perfil de los matchados era similares. (Matchados, palabra no reconocida ante el diccionario de la Real Academia Española)
Todos los posibles sujetos para concertar una cita con Elena eran calzados de barba, tipos altos, con cuerpos atléticos, dientes parejos, menores de treinta y cinco años, ojos claros y nariz perfilada.
La primera cita fue en un bar para platicar y conocerse con un tipo llamado Douglas.
Elena entusiasmada, pero a la vez preocupada, buscó su faja modeladora, se acostó en la cama, tardó casi media hora en unir los pequeños broches, cuando se levantó, parecía que la respiración no llegaba hasta su caja toráxica por lo ajustado de la milagrosa prenda. El outfit (término proveniente del anglosajón, que es el equivalente a combinación de ropa y accesorios para una época del año) era perfecto para la ocasión, un pantalón de mezclilla ajustadísimo de esos milagrosos con relleno para unas pompas redondas y sabrosas. Un sujetador push up (Palabra: push up, quiere decir literalmente empujar hacia arriba. Este tipo de sujetador es una prenda rellena de espuma), se aplicó labial color carne y pintó sus pestañas. Delineó su rostro con la técnica contouring face, la misma consiste en esculpir la cara a base de luces y sombras, para obtener un rostro más perfilado y así conseguir por unas horas el rostro de una modelo de revista. Se colocó feromonas antes del perfume para atraer sexualmente a cualquiera y salió como una reina de su casa.
Elena pidió un whiskey a las rocas. El reloj pasaba de las seis. (Creo que esto restaría puntos al impuntual enamorado, este es un pensamiento de la narradora). Elena no le tomó mucha importancia, el tráfico en la ciudad es detestable. Igual que en la foto, Douglas llegó y observó a su alrededor, vaciló unos segundos y amablemente se acercó hasta la mesa en la que se encontraba Elena.
─¿Elena? ─preguntó el chico jovial.
─Mucho gusto ─contestó con la voz suave y una amplia sonrisa en el rostro.
El chico estiró el brazo, la saludó y le besó la mejilla.
─Estoy tomando, whiskey, ¿quieres uno? ─preguntó Elena.
─En un ratito ─contestó Douglas.
Pasaron unos segundos de silencio incómodo. Elena trató de acercar sus dedos sutilmente hasta la mano del muchacho.
─!Discúlpame! olvidé mi cartera en el coche. Espérame un momento, regreso pronto ─manifestó Douglas.
Elena quedó asombrada al escuchar las palabras del joven. Con un ademán de mano llamó al mesero y pidió otro whiskey (actualmente la Real Academia Española ya aprobó la palabra güisqui al castellano, término proveniente del gaélico uisce beatha “agua de vida”. Definición: licor alcohólico que se obtiene del grano de algunas plantas, destilando un compuesto amiláceo en estado de fermentación)
Después de escuchar algunas canciones en inglés. Bebió las últimas gotas del hielo flaco del fondo del vaso. En ese momento su celular vibró.
Elena desbloqueó la pantalla del aparato con el dedo índice y leyó: “lo siento mucho, creo que lo nuestro no funcionará. Eres muy diferente a tu foto de perfil. Yo pensé que eras más joven y además estás un poquito más gordita de lo que imaginé. Una disculpa”.
Creo que es importante mencionar que Douglas la bloqueó de la app de tinder.
Elena se rió irónica. Apartó el móvil a un lado de la mesa. Pidió otro güisqui y le dio poca importancia. Era uno más de la lista, además ni siquiera sabía su nombre completo. Se consoló pensando, en que tal vez, se estaba evitando un riesgo innecesario al salir con un desconocido.
Pidió la cuenta y salió relajada del bar.
Llegó hasta su casa y se despojó de la estorbosa faja, por fin, era libre de las enormes agujas de sus botas. Se sentía algo mareada, efecto de los tragos en el bar. Con dificultad se desabrochó el sostén y se desnudó por completo frente al espejo. El contouring face se había deslavado de su cara, resaltando las facciones gruesas y algunas imperfecciones de marcas de acné y arrugas en su piel.
─Ni modo, él se lo pierde ─dijo Elena, sarcástica, mientras acariciaba su pene erecto.
Ángela Escobar
Ángela Escobar Estudió en la Escuela nacional de teatro de Honduras y en México recibió talleres de actuación en el centro de arte dramático A.C. (CADAC). Cursó el diplomado de creación literaria en la Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM) Es actriz y escritora. Ejerce la profesión de actriz desde hace más de diez años. Ha publicado en diversas revistas electrónicas tanto como en papel cuento y poesía. Ha sido parte de la editorial “La sangre de las musas” en seis diferentes antologías.
Publicó su primer libro de poesía en febrero de 2019 bajo el sello editorial (Ediciones Periféricas) con el título: Debajo de mis venas silenciosas. En el 2019 fue ganadora en la convocatoria “Historias del té” por la Compañía Nacional de Teatro de México. En mayo del 2020 dos obras sobre la cuarentena fueron seleccionadas por la Editorial Iaspis en Atenas. Ha sido publicada en países como Argentina y Francia. En junio del 2020 fue ganadora del premio otorgado por el público por Cultura UNAM, escenas a distancia con la obra de su autoría titulada: José y la mujer murciélaga, la cual también interpretó. Instagram