El 15 de mayo de 2010, Gustavo Cerati cerraba la gira latinoamericana de Fuerza Natural en Caracas, Venezuela. Ese sería su último show. Días más tarde entraría en un coma inducido del que jamás despertaría.
Durante cuatro años todos los que seguíamos el caso de Cerati recibíamos poca información acerca de su situación. Muchos queríamos creer que él iba a poder despertarse finalmente y volver con nosotros, pero esto no fue así.
O quizás sí. Tal vez es como dice Charly García en la letra que le dedicó “Parece que estás durmiendo, parece que estás aquí, Parece que estás volando…”.
Creo que los artistas y filósofos son las únicas personas que realmente viven para siempre porque así es cómo las percibimos. Cuando hablamos de Borges o Mozart los mencionamos en tiempo presente, casi nunca en pasado porque en nuestra consciencia todavía los podemos sentir.
La ida de Gustavo Cerati hace diez años se dio de manera prematura en medio de un gran momento de su carrera la cual, personalmente creo, nunca tuvo altibajos. Y es esa magia que él irradia la que me hace pensar que todavía está aquí con nosotros.
Su música siempre estará presente
Soda Stereo es un fenómeno en todo Latinoamérica que es difícil de explicar. Existen pocos casos de bandas musicales que sean tan reconocidas en nuestras tierras como Soda capaces de realizar giras por casi todos los países, (quizás el único otro caso sean Molotov y en menor medida Buena Vista Social Club).
Es que es difícil aunar a un continente tan vasto que a pesar de compartir en principio un mismo idioma posee una variedad cultural enorme. Hasta la aparición de Soda Stereo no había existido un caso similar. El único ejemplo análogo había sido la literatura ya que los latinoamericanos crecimos leyendo a Gabriel García, Juan Rulfo, Roberto Bolaño, Eduardo Galeano, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, entre otros.
“Miles de latinoamericanos en 2007 sintieron una electricidad que solo ellos podían generarles. Soda volvía pero era como si nunca se hubiera ido.”
En los años setenta, la televisión mexicana nos regaló El Chavo del Ocho y pará de contar. Es cierto que la música de Tom Jobim y João Gilberto entre otros llegó al mundo como así también muchos latinos fuera de argentina crecieron escuchando a Luis Alberto Spinetta, Charly García y Serú Girán.
A pesar de todo ello, el caso de Cerati fue diferente. Su creación tuvo la fortuna de nacer en tiempos más actuales con una palanca comercial y llegada de los medios que los anteriores no tuvieron y él la supo aprovechar.
Él tiene una forma particular de ser, como la todo ‘rockstar’ de ley. Muy canchero casi agrandado pero con buen sentido del humor solía burlarse de él mismo. Nunca me voy a olvidar del recital que dio en 2006 en plena gira de ‘Ahí Vamos’ cuando le dijo a Richard Coleman, su guitarrista, “A ver Richard, mostrá la pija”.
Cerati sabía muy bien que su manera de ser era exagerada y se reía de eso también mostrando que era humano. Un showman como pocos que preparaba sus presentaciones para darle siempre un plus a su público al que sabía muy bien que tenía en las manos.
Los recitales de la vuelta de Soda Stereo, su última gira con la banda, en 2007 fueron un espectáculo único. Miles de latinoamericanos sintieron una electricidad que solo ellos podían generarles. Soda volvía pero era como si nunca se hubiera ido.
Tuve la suerte de ver el primero y último de estos conciertos en Buenos Aires y fue en el cierre de la gira que comencé a comprender esa capacidad de dar shows que él tenía. Mucho de lo que sucedía estaba planeado pero él lo hacía ver espontáneo.
Al final de “Sueles dejarme solo”, Cerati rompe su guitarra después del solo con una vehemencia que pocas veces le había visto. La primera vez fue impresionante como así también la última cuando lo volvió a hacer. Pensé que quizás se le había dado por hacerlo de nuevo pero ya estaba planeado. Pasada la euforia del momento y ya con algo de calma, se acercó al micrófono y dijo “En Paraguay estuve como una hora tratando de romperla”.
Vuelve la misma sensación
Cerati tenía algo en particular que siempre buscaba algo más. Sus discos no se le parecen, a cada paso que daba buscaba algo diferente, algo nuevo, algo único, exactamente como era él. Se necesita de un gran genio y sentido del humor para haber hecho lo que hizo él. Estando siempre en la cima no faltaban los detractores y las críticas feroces, pero él no se detenía.
Era como un niño que jugaba a la música, siempre creando y llevándonos para que lo lleváramos. Supo tender adorables puentes buscando las rimas que duermen con todas las palabras. Sus frases quedan como así su música porque siempre estaremos muchos de nosotros cruzando los dedos para verlo volver y darle las gracias por haber venido.
“Del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer” – Gustavo Cerati