¡El rey ha dicho alto!, debemos detenernos. Este punto exacto es el lugar propicio para nuestros objetivos. ¡Aquí!, dice el rey, cuando lentamente el segundo rey se acerca y dice que no está seguro de que éste sea el punto idóneo para conseguir un éxito rotundo. Se miran desafiantes, manteniendo la mirada unos segundos. Siguen carcajadas y hacen chocar sus cervezas.
Comienzan los primeros días de febrero en el norte de Alemania, y un grupo de unas veinte personas camina entre senderos agrestes y bosques, tirando de un carro de madera lleno de cervezas y un altoparlante enchufado a una batería de auto. Está comenzando un mediodía tamizado por una nevazón sutil que adorna el paisaje sin molestar.
Cuando el grupo se encuentra con otro grupo símil, generalmente los reyes dirigentes dialogan, y utilizando los más amplios recursos diplomáticos, deciden hacer un juego conjunto.
El grupo es guiado por dos reyes que lideran la campaña de este año. Sus nombres son Arne y Marc, ambos están en la mitad de sus treintas y son amigos desde la escuela. Como es costumbre, se reúnen una vez al año para una celebrar el Kohlfahrt, el Viaje de la Col, una tradición que se practica específicamente en los alrededores de Bremen y Oldemburgo, y que tiene por protagonista la Grünkohl, la col verde. En realidad, lo que mantiene viva esta costumbre tan popular, es la amistad y lo que significa volver a casa.
Las responsabilidades de los reyes son variadas pero específicamente son los organizadores y líderes del evento. En primer lugar, deben hacer la convocatoria con antelación y posteriormente definir la fecha del encuentro; conseguir y llenar el carro con licores, cervezas y comestibles; elegir juegos (siempre con licores de por medio), además de definir el punto de encuentro (generalmente en el campo), la ruta de caminata y el destino final.
El Kohlfahrt se celebra entre los meses de enero y marzo, el periodo del año donde crece y se cosecha la col verde, que según dicen los entendidos, después de la nieve logra su mejor sabor. Los reyes deliberan, Arne convence a Marc y deciden detener el batallón. Cada integrante del grupo, hombres y mujeres, llevan colgando del cuello un Schnapsglas, un pequeño vaso para tomar licor, que es parte de las reglas que deben seguir los participantes del viaje.
El rey Marc ordena alzar el vaso, y él mismo se encarga de llenarlos con Marillenlikör (licor de albaricoque). Llena también el propio, lo alza a la salud – zum Wohl! – junto al grupo completo, que eleva un brindis al unísono. El grupo se conforma principalmente por amigos y amigas de la infancia, de la escuela o del vecindario, novios y novias, parejas, familiares, y además está abierto a quien quiera participar.
El rey Arne es punk, siempre lo ha sido – dicen sus amigos – y trabaja como jardinero.
Después del brindis, los reyes definen dos equipos rayando sus mejillas con un (+) y un (-), y comienza el primer juego, cuyo objetivo es probar la destreza de los integrantes bajo circunstancias adversas, principalmente el balance, la coordinación y la sobriedad. Rápidamente del carro sale una pelota, se marca una cancha en el piso con ramas y cinta, y ambos equipos compiten por terminar sus cervezas antes que el contrincante. Entre tanto, hay muchos invitados que participan por primera vez del Kohlfahrt, por lo tanto hay conversación, nuevos amigos y mucho brindis. El juego termina seguido por otra ronda de licor, y a seguir caminando por las llanuras invernales rumbo a Oldemburgo, por una ruta que solo los reyes conocen.
El rey Arne es punk, siempre lo ha sido – dicen sus amigos – y trabaja como jardinero. Su mejor amigo, el rey Marc es ingeniero y trabaja para Airbus, se conocieron cuando tenían unos 14 años escuchando música en el patio de una escuela de Oldemburgo. Juntos fundaron en 2001 su propio Kohlfahrt, y desde entonces lo siguen celebrando sagradamente cada invierno; los reyes cambian y la convocatoria es flexible y variopinta.
El rey Marc ordena alzar el vaso, y él mismo se encarga de llenarlos con Marillenlikör (licor de albaricoque)
Después de unas horas caminando, en medio de juegos y cervezas, el grupo ya se ha afiatado, ya todos se conocen y el frío ya no existe. La música que sale del carro, es de una generación de adolescentes noventeros, donde todos cantan de memoria las canciones de Nirvana y de Alice in Chains.
Como esta tradición es practicada transversalmente por distintas generaciones, sobre la ruta nos cruzamos con otros grupos haciendo sus Kohlfahrt, cada quien con distintas peculiaridades. Todos dicen ¡Moin! que significa “hola” en el norte, cuando encontramos un grupo de personas de alrededor de 50 años, con un carro más grande y una parrilla con ruedas donde van asando Bratwurst (salchichas) mientras caminan. Ambos grupos se detienen, se sirven licor mutuamente, se saludan y continúan su camino.
Pero cuando el grupo se encuentra con otro grupo símil, generalmente los reyes dirigentes dialogan, y utilizando los más amplios recursos diplomáticos, deciden hacer un juego conjunto. Ahora somos alrededor de cuarenta personas juntas bebiendo y conversando en la mitad de un sendero. Ambos grupos compiten, nadie está muy seguro de quién ganó y a nadie le importa demasiado. Terminan la pausa para después desearse buena suerte y seguir el camino.
La música que sale del carro, es de una generación de adolescentes noventeros, donde todos cantan de memoria las canciones de Nirvana y de Alice in Chains.
Paulatinamente llega la noche; en la oscuridad, el frío más crudo nos ataca en forma de viento adverso, y el batallón, resentido por el arduo desafío, ya siente hambre. Los participantes caminan cada vez más dispersos y borrachos, pero el destino final se acerca. Llegamos a la ciudad de Oldemburgo, caminamos por el borde del río Hunte y llegamos finalmente a OLs Brauhaus, restaurante de comida típica de la región de Niedersachsen (Baja Sajonia) donde el banquete que se avecina está ya pagado.
Todos dicen ¡Moin! que significa “hola” en el norte, cuando encontramos un grupo de personas de alrededor de 50 años, con un carro más grande y una parrilla con ruedas donde van asando Bratwurst.
Esa es otra de las tareas de los reyes, reservar la mesa y dejar pagada la comida previamente. Un lugar con ambiente casero, entre pilares de madera y mesones largos. El local se llena de distintos grupos de Kohlfahrt que han decidido terminar en ese lugar sus travesías. El menú: guiso de col verde, patatas cocidas, pernil de cerdo y Pinkel, la salchicha ahumada tradicional de la región, elaborada con carne de cerdo, tocino, cebolla, avena y aliños. El grupo come, bebe la cerveza de la casa y sigue brindando y disfrutando del premio del día, la cena típica para sobrellevar el invierno después de horas caminando por los helados campos alemanes.
Ahora la última tradición del día, el rey Marc y el rey Arne se ponen de pie y alzan sus cervezas. Con un brindis conjunto y un abrazo fraterno, dan por finalizado el Kohlfahrt de este año. Se sacan las medallas que llevan colgando al pecho e invisten de honores a quienes serán sus sucesores, los reyes del próximo año. Con un aplauso cerrado se corona al rey Simon y al rey Eike, quienes vuelven a brindar e invitar a todos a participar el próximo invierno.
El ahora ciudadano Marc, cierra la noche con sus últimas palabras, primero agradeciendo a todos por venir desde tan lejos, de München, Berlín, Hamburgo, Köln, también agradece a los nuevos participantes y les recuerda que quien asiste por primera vez seguro volverá el año siguiente.
Sus palabras recuerdan los tiempos cuando este grupo comenzó, hace casi dos décadas, y enfatizan con solemnidad y cariño, que siempre es un placer y una alegría enorme ver y abrazar a los viejos amigos de la infancia, quienes dispersos por toda Alemania por motivos de estudios y trabajos, vuelven una vez al año a casa a celebrar la amistad.